50. En compañía

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Ático de Saga y Shaka

Saga se internó en el dormitorio para despojarse de su atuendo de Fiscal, cambiando el traje por unos vaqueros azules y la impoluta camisa por un polo gris jaspeado; los botones del cuello se presentaban todos desabrochados y los pies los cubrían sus imprescindibles pantuflas, gentileza de Kanon en su último cumpleaños.

─Llamaré a un delivery de confianza para pedir que nos traigan la comida─ anunció, acercándose al ordenador de su rincón de trabajo ─Esta es la web con la oferta de hoy, echadle un vistazo y me decís qué os apetece más.

El seco tono de voz que traicionaba a Saga cada vez que pronunciaba palabra embrutecía unas intenciones que nacían buenas. Él lo intentaba...ser amable, servicial, educado...pero le resultaba imposible asumirse cercano y relajado. No podía evitarlo, era algo superior a él, y más aún sin la siempre atenta compañía de Shaka, quien acostumbraba a comer en el mismo IMF.

Resguardarse en la cocina fue la salida más fácil que halló para darles tiempo de revisar el menú ofertado; se sirvió un vaso de agua fresca y lo engulló casi de una tacada, con el vano intento de regar una garganta que los nervios se empeñaban en secar hasta dejarla árida.

Fue la soltura que seguía conservando Úrsula la que le arrancó de su temporal retiro, y con la información del pedido retenida en su mente, llamó al catering y comandó el menú para tres.

─Pare beber tengo vino, cerveza, agua...¿algún aperitivo? ─preguntó, frotándose las manos como si fuese un camarero a la espera.

─Sí ─ dijo Úrsula, acercándose a él para tomarle del brazo─, que te sientes y te relajes, cariño.

Sin quererlo ni beberlo, Saga fue invitado a tomar asiento en el sofá. Defteros seguía de pie, dando pequeños paseos sin sentido y sin articular palabra y Úrsula, quien había optado por sentarse al lado de Saga, les observaba a ambos con una interna diversión dibujada en sus labios.

─Defteros, tú también puedes sentarte...no creo que la butaca te engulla...¿cierto, Saga?

Defteros la miró a través de la confianza que había nacido entre ambos, negando levemente al tiempo que sonreía por lo bajo. Saga tan solo respondió un escueto «por supuesto que no», manteniéndose anclado en su tirantez.

─¿Shaka no va a venir? ─preguntó el mayor de los Samaras, tratando de romper un bloque de hielo que parecía haber endurecido sus aristas en vez de pulirlas y suavizarlas.

─No. Shaka normalmente come en su centro de trabajo.

─Shaka...─ canturreó Úrsula, cruzando las piernas con gracia mientras se agarraba una rodilla entre el cruce de sus dedos y erguía la espalda ─ ¿Cuánto hace que estáis juntos?

─Algo más de tres años.

─Es un chico muy guapo ─sonrió, guiñándole un ojo ─. Tanto que sufrías y mira...quizás tardó más de lo que te hubiese gustado, pero al fin apareció ese «alguien» en tu vida.

─Supongo que, como muchas cosas en la vida, sucedió cuando dejé de buscarlo.

─Es que de jovencito siempre se torturaba con la idea de que él no iba a dar con nadie especial ─le comentó a Defteros, consiguiendo que las mejillas de Saga se tiñeran de vergüenza, de consternación interna o de una incómoda mezcla de ambas ─. Se comparaba con su hermano y su amigo inglés sin comprender que lo que tenían ellos no era algo habitual.

─Úrsula, por favor─ intervino Saga, tratando de alejarla de un terreno al que no le apetecía entrar ─, que ya no tengo ni quince ni veinte años...

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora