TRES

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La sensación de perder el rumbo de la vida estaba volviéndose una constante en la vida de Yoongi.

Su padre era lo único que le quedaba y ya no estaba.

-Yoongi, yo lo siento mucho... tu padre luchó hasta el último momento pero...

-Tengo que verlo -el pelinegro se levantó de golpe y salió corriendo de la casa hacia alguno de los autos que estaban estacionados.

No sabía dónde había sido atacado su padre, y tampoco estaba en condiciones de tomar el volante y eso fue algo que John entendió y corrió detrás de él. Tomó el control de la situación y le obligó a ir de copiloto.

Tomaron carretera yendo a una velocidad que no era permitida, pero la situación no podía esperar. John hizo una llamada y colgó sin esperar respuesta o confirmación, sabía que su palabra era de respetarse porque su jefe así lo dijo desde que llegó a ocupar el puesto de mano derecha.

El trayecto fue rápido. Demasiado rápido porque Yoongi no estaba listo para ver el montón de vehículos con los logos de las corporaciones policiales del país, y tampoco estaba listo para lo que se venía.

No estaba listo para ser destruido una vez más.

-¡Yoongi, espera!

Apenas la camioneta entró a la zona de guerra Yoongi bajó del vehículo aún en movimiento. Poco le importó el montón de agentes que lo observaban cuidadosamente, iba cegado por el dolor y guardaba la esperanza de que todo fuese un error; que su padre aún estuviera con vida, que no iba a quedarse completamente solo en medio de toda esa basura de vida que ahora tenía.

La escena que lo rodeaba era grotesca; cuerpos tirados por doquier, vehículos consumiéndose por el fuego, casquillos que pisaba con cada paso que avanzaba... todo era un completo infierno, que hasta el viento que corría quemaba la piel como su fuesen ráfagas de fuego. Pero nada de eso tenía relevancia para Yoongi, estaba más que familiarizado con ese tipo de escenarios, lo único que realmente desgarraba su vida era que en esa ocasión, era su padre la víctima y no el verdugo.

Algunos metros lejos del cuerpo su rostro empezó a mojarse debido a las lágrimas que ya eran imposibles de contener. Corría pero sentía como si sus pies cargaran con un bloque de cemento, volteaba a ver todo el desastre que rodeaba ese tramo de la carretera y su angustia aumentaba con cada centímetro que avanzaba. Llegó hasta donde una cinta amarilla delimitaba la zona y sintió como unos brazos lo sujetaban imposibilitando el que siguiera su camino.

-¡Tengo que verlo! ¡Déjame pasar! -el forcejeo entre el agente y aquel joven dolido se hizo más fuerte.

-¡No tiene caso! ¡No hay nada que hacer por él!

-¡Voy a verlo y tu no vas a impedirlo! -se revolvía en medio del agarre y fue necesario que otro hombre se sumara en ayuda-. ¡Suéltame!

El ruido de unas llantas frenando sobre el pavimento alertó a todos alrededor. El agarre sobre el cuerpo de Yoongi cesó y todos buscaban el origen del sonido. Cinco camionetas negras aparcaron y de ella descendieron al menos veinte de cada una. La cantidad no era relevante, en cambio el motivo de su llegada si lo era.

-Déjenlo pasar -la voz de John tan autoritaria y segura llamó la atención del agente que sostuvo a Yoongi. Su mirada se cruzó con la del extranjero y sonrió con malicia y superioridad.

-¿Por qué tendría que hacerlo? ¡Arréstenlos a todos!

John levantó la mano en un gesto de advertencia.

-Yo no haría eso si fuera tú.

-Estamos en los lados opuestos de la justicia. Lo normal y correcto es que...

-Lo correcto es que guardes silencio. ¡Bájenlo!

Del interior de una de las camionetas donde viajaban los hombres bajo la orden de John sacaron a un hombre con la cabeza cubierta, las manos esposadas hacia atrás y evidentes señas de maltrato.

-Cualquier movimiento y le vuelo los sesos -John apuntaba hacia el hombre que portaba un elegante traje.

Yoongi entendió que la víctima era algún hombre con poder en alguna de las corporaciones, pero no le importó averiguar nada. El hombre mano derecha de su padre le hizo una señal y con eso entendió que podía seguir su camino, aún con las duras miradas de los agentes sobre él, pero rendidos a seguir teniendo el control de la situación.

Dos metros quizá y pudo ver el cuerpo de su padre tendido sobre el pavimento aún sin ser cubierto. Se acercó y se tiró a su lado, subiendo el inerte cuerpo sobre su regazo, acariciando las múltiples heridas de las que emanaba ese espeso y oscuro líquido.

-¡Papá! -el llanto desgarrador de Yoongi era lo único que podía escucharse en aquel desolado lugar. El pelinegro mecía el cuerpo de su padre en medio del dolor y la ira-. ¡No, papaaa! ¡No me dejes solo! Eres lo único que me queda, papá. No te vayas -lo último fue un amargo susurro que hizo pedazos la fortaleza que John se empeñaba en mostrar. Apretó el hombro del hijo de su jefe y se dio la libertad de derramar algunas lágrimas también.

No pasó mucho tiempo cuando John convenció a Yoongi de dejar el cuerpo de su padre sobre el pavimento de nuevo. Aún así, el heredero de los Min se mantuvo arrodillado frente a su padre; haciendo promesas en silencio.

Un arma le fue ofrecida por el mayor. Levantó la mirada hacia él y con un gesto con el cual no fue necesario mediar palabras, entendió el propósito.

Y lo aceptó.

Su padre le dio un obsequio años atrás, que constaba de un maletín que contenía cien balas expansivas para el arma favorita de su padre, misma que le fue obsequiada un año después, cuando cumplió la mayoría de edad. Nunca pensó en darle alguna utilidad a ese curioso regalo, pero en ese momento no hubo otro pensamiento alojado en su cabeza que utilizarlo en contra de quien le arrebató a su padre.

Tenia cien balas especiales.

Y había un solo destinatario.






💜

¿Algún día alguien leerá esto?
Tengo la esperanza de que si.








Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora