CUATRO

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Luego del funeral las cosas no fueron mejores.

La vida de Yoongi dio un giro abrumador en el que se vio prácticamente obligado a tomar las riendas de un imperio que no planeaba dominar. Era un terreno inexplorado, del que conocía apenas lo indispensable y en el que no pensaba adentrarse por decisión propia y también la de su padre. Su plan de vida radicaba en estudiar bellas artes en algún lugar de Italia, alzar el vuelo y conquistar sus más cursis sueños para luego encontrar alguien capaz de amarlo con sus defectos y virtudes, para después llevar a esa persona especial con su padre y viera que su hijo era feliz y pleno en la vida, con todo lo que una vez soñó.

El detalle de su situación era que esos planes donde se veía rodeado de arte junto a una pareja estable ya no eran posibles, y el que su padre fuese testigo de la plenitud suya, tampoco.

La vida se había empeñado una vez más en demostrar que la existencia es tan efímera como la llama de un cerillo. Todo lo que ese pelinegro conocía era el dolor de ser testigo de como la vida se empeñaba en quitarle a las personas más importantes, sin importar cuan destrozado pudiese quedar después, sin importar tampoco el rastro de odio que lo carcomía cada día al despertar y darse cuenta que la vida no era como el lo había soñado años atrás, cuando era solo un chiquillo soñador al que su padre le cumplía sus deseos sin caer en los caprichos.

Dos años habían pasado ya.

Setecientos treinta días en los que nadie descansaba con tal de dar con el nombre del responsable de aquel disparo mortal que le arrebató el último aliento a su padre.

No creyó que fuese a ser tan complicado dar con el paradero de esa rata pero, tal parecía que estaba haciendo de la suyas para permanecer bajo las sombras y así evitar que todo el peso de la ira y la sed de venganza del último Min, cayera sobre él.

Tenía a sus hombres buscando por él desde el primer día que su padre quedó sepultado bajo aquel montón de tierra. Su única encomienda era recabar cualquier dato sobre aquel hombre desconocido, pero su corporación fue astuta y lo sacaron del lugar demasiado rápido, casi muerto también por el enfrentamiento con el mafioso que no se fue de este mundo sin al menos haberle dejado un recordatorio de lo que era enfrentar a un Min. Y durante todo ese tiempo, Yoongi ya era un gran líder que llevaba a la organización por el excelente camino de los negocios y el poder.

Contrario a lo que cualquiera hubiese pensado al ver a un inexperto joven apenas pasando de los veinte al frente de una organización criminal de esa talla, Min Yoongi lo estaba haciendo muy bien. Lograrlo no fue algo fácil sabiendo la razón por la que estaba tomando el liderato, pero el dolor y la ira contenida le dieron las fuerzas necesarias para aprender a manejar un imperio como ese, y con la ayuda de John fue todo mucho más fácil. Fue en esos dos años que pudo entender porqué era la mano derecha de su padre. La lealtad de ese hombre era a prueba de todo.

—Señor —la puerta fue abierta de manera lenta, esperando la autorización para adentrarse a aquel lugar.

—Pasa.

El hombre caminó hasta el escritorio de madera de roble, tomando asiento después de que le fuera ofrecido.

—Señor, tenemos noticias —extendió un folder amarillo encima del mueble y esperó expectante por la reacción de quién estaba frente a él.

Las delgadas manos tomaron el folder para inspeccionarlo. Lo abrió y leyó la primer hoja en la que se leían anotaciones en las que se explicaba toda acción cometida por aquel hombre que tanto deseaba encontrar, por los últimos dos años.

—Así que esa rata se fue a América a esconderse… —la respiración de Yoongi era calmada, aunque en su interior había una lucha de emociones que no sabía por cuánto tiempo podría controlar. Siguió leyendo con especial atención tratando de no perder los estribos—… me pregunto si realmente piensa que ya todo ha quedado en el olvido como para tomar la decisión de regresar.

—Según mi informante, ha vuelto porque van a darle un nuevo nombramiento por su desempeño en tierras americanas.

Yoongi arrugó la hoja del reporte con una mueca de disgusto. Lanzó maldiciones por lo bajo ante la atenta mirada de su ahora, hombre de confianza.

—Esa basura sigue cosechando logros mientras mi padre sigue descomponiéndose tres metros bajo tierra —el tono de Yoongi aún guardaba dolor si del recuerdo de su padre se trataba. Siguió hojeando el contenido de la carpeta mientras buscaba cuál de sus escenarios eran lo suficiente crueles y despiadados para su venganza.

—Al final se anexaron algunas fotografías del momento de su llegada al país hace aproximadamente una semana, señor —habló el hombre orgulloso de su equipo de trabajo, satisfecho ante el gesto de satisfacción de Yoongi ante todo lo investigado.

—La rata no llegó sola —dijo Min, observando una figura joven al lado del hombre que más odio tenía de su parte—. ¿Sabemos quién es el tipo que viajó con él?

John se acercó un poco más hacia el escritorio, con su dedo índice señaló al joven de la foto.

—Ese joven se llama Park Jimin —informó el mayor—, es su hijo, y por lo que sabemos, también salió del país. Su padre se lo llevó porque al parecer son sólo ellos dos; no hay esposa o más hijos. Sólo ellos.

«interesante», pensó Yoongi.

Siguió observando la fotografía donde aparecía ese joven de cabello rubio ligeramente cenizo que portaba unos lentes oscuros. Veía la felicidad en esa sonrisa que enmarcaba su rostro y su alma se revolvía entre el dolor y la envidia. De no ser por su padre, él sería feliz con el suyo propio, estudiando artes como lo deseaba y viviendo plenamente feliz.

—Puedes retirarte —ordenó con voz tranquila. El hombre al frente se levantó de la silla y salió en silencio. Tomó de nuevo la fotografía donde aparecía Hyung-Bae para apreciar el rostro—. No sé todavía como ni cuando —dijo con los ojos sobre la foto—, pero tus días felices están por acabarse…

La figura del hijo del asesino de su padre regresó a su mente; había algo en él que le resultaba familiar, pero no sabía de dónde.

Cerró el folder dejando un golpe seco sobre el escritorio y se levantó para salir. Necesitaba desterrar esa sensación asfixiante que subía por su garganta cada que pensaba en la mejor forma de vengar la muerte de su padre.

Voy a destruirte, Park Hyung-Bae.

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora