TREINTA

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Las luces cegadoras y la música estridente le hacía sentir más mareado de lo que estaba. No llevaba mucho tiempo bailando en medio de la pista pero no sabía ya con cuántos tipos diferentes había bailado, y tampoco le importaba mucho.

A la distancia pudo ver a Tae sentado en la misma mesa en la que estuvieron desde que llegaron, solo que ya no estaba solo; dos hermosas rubias le acompañaban y parecía ya no tener ese rostro amargado y molesto que le mostró desde que lo vio beber de forma despreocupada.

Regresó su vista hacia el tipo con el que bailaba y se permitió analizar sus facciones por un momento, llegando a la conclusión segundos después, de que nadie era tan atractivo como él, como Yoongi.

Bufó con molestia al ver cómo su plan de alejar a ese hombre de sus pensamientos no daba resultado. Esos dos meses, en los que volvió a su vida pasada yendo de boca en boca, realmente eran difíciles al tratar de alejar al pelinegro de sus pensamientos, pero era lo suficiente orgulloso, o al menos todavía tenía restos de ello como para aceptar que Yoongi -del que ni siquiera conocía el apellido- era más importante de lo que debería, de lo que le gustaría.

Siguió moviéndose al ritmo de la música, dejando que el tipo con el que bailaba lo tocara un poco, dejándose llevar por el ritmo que lo envolvía y le hacia olvidar un poco todo lo que llevaba cargando encima. El hombre lo giró y Jimin sonrió sintiendo sus manos sujetar su cintura, fijando la vista en una dirección específica, como si un imán le atrajera de forma automática.

Su rostro de perfil mientras tomaba un vaso lleno de alcohol le causó sorpresa. Estaba ahí, en la barra, y no sabía desde cuándo, y tampoco si lo había visto.

Siguió bailando pero de forma automática, haciéndolo únicamente para seguir viendo en la misma dirección, constatándose de que su amigo con beneficios estaba ahí siendo acompañado por el dueño del bar y una mujer que recién llegaba.

Vio como ella se acercaba de forma eufórica a saludar Yoongi y el como él se ponía de pie y la envolvía en un fuerte abrazo. La sonrisa de Yoongi siendo obsequiada para la mujer le causó cierta molestia, pero lo que rebasó la situación fue el ver cómo la mujer parecía anunciar la presencia de alguien más, apareciendo de repente frente a los dos amigos y siendo muy obvio al lanzarse sobre Yoongi en un abrazo demasiado poco amistoso, sino guardando una intención diferente, más profunda y distante de ser una simple amistad.

Mientras bailaba, ya sin prestar real atención al tipo que lo acompañaba en la pista, observó al chico al lado de Yoongi. Parecía alguien de buen estatus; castaño, vestido de forma elegante y a la moda, con accesorios brillantes y aparentemente costosos y para rematar, una cara bonita y una sonrisa que parecía encantar al tipo al lado suyo. Desvió la mirada solo unos segundos antes de ser pillado en su acción, pues no quería que ese hombre lo viera ahí bailando con otro. Y a pesar de que no había nada que los amarrara, si tenía en cuenta que había faltado al acuerdo mutuo que hicieron al iniciar esa relación sin etiqueta, porque tenían el trato de hablar si alguno de los dos quería ver a alguien más o llegaba a aburrirse de ese tipo de relación. Y Jimin había hecho lo contrario.

Después de dos o tres canciones más, Jimin regresó a su mesa solo, encontrándose a su mejor amigo bebiendo una simple cerveza. Se sentó a su lado y soltó un bufido molesto antes de ser cuestionado por Tae que le observaba curioso por su repentina molestia.

—¿Qué pasa?

—Es un hijo de puta —dijo. Tomó la botella de su amigo y bebió el resto de la bebida de un solo trago—, eso es lo que pasa.

—¿El tipo con el que bailabas? —cuestionó confundido, pensando en si era buena idea ir a golpear al tipo si le había hecho algo a su amigo—, ¿te hizo algo? ¿Le rompo la nariz?

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora