DIEZ

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Yoongi

Min Yoongi era un absoluto creyente del karma. Creía fielmente que la vida siempre se encarga de hacernos pagar las deudas en algún punto de nuestra existencia.

Park Jimin era quizá, lo que el karma estaba trayendo hacia él para liberar su alma de todo ese odio.

No desaprovecharía la oportunidad.

—John… —la sonrisa de suficiencia en el pelinegro hizo que el mencionado arrugara su frente. Algo se traía entre manos.

—Dígame, jefe.

—¿Tenemos algo nuevo sobre los Park?

—Park Hyung-Bae será nombrado teniente la próxima semana. La ceremonia está prevista para ser privada en las instalaciones de la fiscalía y, según mi informante, habrá mucha seguridad desplegada a los alrededores.

—Está asustado —aseguró Min con orgullo—. Ese maldito perro está asustado y me encanta.

—¿Cuál es el siguiente paso, jefe?

Yoongi recargó su cuerpo sobre la silla reclinable, entrelazó sus dedos sobre su estómago y sonrió con malicia.

—Lo sabrás en su momento —declaró el pelinegro—. Por ahora basta y sobra con que sepas que los próximos movimientos serán ejecutados por mi. Nadie más.

—¿Eso significa que estamos fuera de la jugada?

—¿Qué? No, no. No es el caso —respondió el pelinegro en negación—. Lo que quiero decir es que los movimientos principales los haré yo, y cuando necesite de ustedes, deberán estar pendientes a cualquier hora y cualquier día. ¿Entendido?

Obtuvo su respuesta en un escueto asentimiento de cabeza y el hombre salió del estudio de Yoongi, dejándolo dentro de aquel lugar en compañía solo de sus pensamientos.

Yoongi tenía una regla de oro que ejecutaba con vehemencia desde que llegó al poder de la organización que fundó su padre. Era algo de suma importancia para él, algo que le permitía pasar desapercibido cuando no estaba en el modo jefe. Tenía la idea de que, el que sus enemigos no conocieran su rostro, era una ventaja que podía servirle en algún momento de su vida, y quizá el momento estaba frente a él.

El plan que rondaba en su cabeza desde aquella noche que volvió a verlo era sencillo, pero efectivo a su juicio. No es que fuera o tuviera mucho tiempo de ser todo un galán, pero el dinero que poseía y la seguridad que había ganado gracias a las enseñanzas de John, jugaban a su favor.

Es tiempo de ponerlo en marcha.

La primera fase de su plan tenía que dar inicio. Para ello era necesario acudir al bar de Hoseok con más regularidad de la que anteriormente lo hacía. Yoongi sabía que aquel rubio podría seguir yendo al lugar porque su amigo gustaba de ir seguido, así que era el lugar perfecto para entablar una «amistad» que después podría ser algo más, para luego hacerle más accesible la oportunidad de ejecutar sus planes de una vez por todas.

[…]

Los días fueron pasando con demasiada lentitud para Yoongi. El plan estaba trazado y ansiaba ejecutar la primera fase de su encuentro con el asesino de su padre.

El asunto era más fácil de lo que cualquiera esperaba; solo una nota que alertaría a Hyung-Bae que el pasado de alguna manera siempre nos alcanza.

—Jefe, ya todo está listo. El misil ha llegado a su objetivo.

—Perfecto —sonrió Yoongi con absoluta suficiencia. Lo que venía después era ser testigo a distancia de la reacción del hombre—. Nos vamos en cinco —ordenó observando la hora en su Rolex dorado.

Salió de su estudio seguido de John. Tomó su Beretta de la mesita al lado de la puerta y tomaron camino hacia la fiscalía.

La función estaba por comenzar, y Min Yoongi tenía boletos en primera fila.







💜
Me pregunto si alguien leerá esto en algún momento 🤔


Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora