CUARENTA Y DOS

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Jimin se mantenía pegado a su teléfono móvil esperanzado a qué pronto tendría una noticia de su novio, pero cada minuto que pasaba la espera se hacía insoportable. Se preguntaba si realmente estaba tan ocupado revisando los libros de contabilidad de aquellos bares como para no tener el tiempo de enviar un mensaje diciéndole que estaba bien, que no debía preocuparse y que volvería pronto.

—¿Qué te pasa, Jimin?

El rubio jugaba con su comida mientras su mejor amigo le dedicaba una mirada preocupada. Llevaba días estando cabizbajo y sabía que era porque Yoongi no había dado señales de vida todavía.

—No me pasa nada —respondió aún con la mirada fija en el ramen intacto.

—Lo extrañas, ¿cierto? —solo con esas palabras Jimin fue capaz de despegar su mirada del plato para ver a Taehyung—. Sé que lo extrañas… llámalo.

—No sé si…

—Jimin, eres su novio. Llámalo. No tiene nada de malo que lo hagas.

—Sé que no tiene nada de malo pero…

—¿Qué te detiene entonces? —Tae buscó de nuevo la mirada de su mejor amigo, encontrándose una mirada decaída, triste—. ¿Crees que pueda molestarse si le llamas? No lo hará, Jimin. No tiene porqué hacerlo. 

Jimin le observó con la duda en sus ojos. Todo lo que Tae decía era cierto, no había razón para que su novio se molestara pero, ¿por qué sentía que Yoongi no quería saber de él? Era una sensación dolorosa que solo sembraba la duda en su corazón.

—¿Por qué no me ha llamado, Tae? Soy su novio, debe saber que espero al menos una llamada para saber que está bien donde sea que ande.

—Pudo haber pasado algo con su teléfono —le dijo su amigo. Realmente esperaba que Jung Yoongi tuviese una buena explicación—, no pienses nada sin antes buscar una explicación. Llámalo, anda.

Jimin suspiró y dudoso tomó su celular en la mano. En la pantalla se leía el nombre de Yoongi adornado con un pequeño corazón blanco. Presionó el icono de llamada y volvió a suspirar nervioso.

 Presionó el icono de llamada y volvió a suspirar nervioso

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Kim Namjoon era un joven con una inteligencia brutal. Sus superiores decían que tenía un cerebro privilegiado y estaban encantados de tener un elemento tan inteligente dentro de sus filas. Su capacidad de investigación era algo que siempre estaba en boca de todos, y cuando la noticia de que era removido de su cargo como mano derecha del teniente Park a todos les causó gran extrañeza, aunque entendieron el motivo cuando se supo que su ausencia de varios días era por haber sufrido una retención por parte de un grupo criminal.

Pero Namjoon no era del tipo de persona que se rinde fácilmente.

—¿Cómo estás, hijo?

Kim alzó la mirada para ver la cabeza del teniente Park asomarse por la puerta. Le ofreció una sonrisa y le invitó a pasar a la pequeña oficina donde estaba atrapado entre tantas carpetas de investigación. Era agotador y sus ojos estaban sufriendo las consecuencias de no usar sus anteojos para la lectura, pero era tan olvidadizo que simplemente terminaba dejando sus lentes en algún lugar de su hogar.

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora