VEINTIDÓS

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Yoongi despertó una mañana con un extraño buen humor que hace tiempo no experimentaba.

Cuando abrió los ojos el resplandor del sol daba justo en sus ojos, y lejos de aborrecer la sensación cegadora como en cualquier momento habría hecho, ese día en especial disfrutó el peculiar brillo del astro rey.

—Buenos y espectaculares días, agente Kim.

El mencionado levantó su rostro apenas pudiendo soportar el peso de su propio cráneo. La simple y básica acción de respirar le hacía doler cada partícula de su cuerpo.

—Tu… maldito…

El rostro que Yoongi observaba de rodillas frente a él le resultaba encantadoramente hecho mierda. Tenía moretones por todo el rostro, el labio inferior partido y un hilo de sangre decoraba su perfil derecho naciendo desde la sien hasta perderse en su barbilla.

—Luce terrible, agente. ¿No le han tratado bien? —la expresión de burla en Yoongi no podía observarla pero era palpable en sus palabras.

—Eres un cobarde —habló el golpeado hombre, haciendo esfuerzos inimaginables para poder articular una simple oración.

Solo con esas palabras fue suficiente para que varios hombres hicieran el movimiento de acercarse al hombre. Namjoon se tensó de inmediato al asimilar que una nueva ola de golpes venía en camino pero se mantuvo recto y sin expresión alguna. De cualquier modo estaba entrenado para eso.

—No se molesten —expresó el pelinegro. Caminó hacia la salida de aquel lúgubre lugar—. Aliméntenlo bien, no queremos que muera antes de dar el mensaje que tenemos planeado.

El agente Kim tenía dos días como invitado de lujo de aquel cuarto frío y oscuro. Cuando John llegó a esa casa esperó las órdenes directas de su jefe, y tras recibir una respuesta afirmativa al plan que le expuso minutos antes, entró en acción y apegándose al plan recién elaborado. Para John habría sido más fácil darle un mensaje a Park dejándole por ahí el cuerpo de su más fiel elemento y mano derecha, pero Yoongi hacia las cosas de manera distinta, con más cuidado y detalle.

🔸

Cuando la noche llegó, Yoongi se encontraba de camino al bar de su amigo. No estaba seguro si podía encontrar a Jimin ahí, pero esperaba que sí porque debía acelerar su plan.


Cuando entró al lugar lucía abarrotado como cada fin de semana. Era viernes, el día que muchos acostumbraban a salir de reventón sobre todo si pasaban toda la semana esclavizados con la escuela o el trabajo. Se acercó hasta la barra donde el tipo detrás de ésta le saludó como cada noche que llegaba.

—¿Lo de siempre? —preguntó el joven mientras secaba una copa.

—Lo de siempre —asintió Yoongi.

La copa le fue servida segundos después. Bebió un generoso trago y se sentó de espaldas a la barra, observando el mar de gente alcoholizada que bailaba en la pista. Liberó un suspiro y sintió una ligera paz que hace tiempo no lograba llegar a su vida. Estaba ansioso por el día en que lograra enfrentar a Park Hyung-Bae, escupirle en la cara que él era el hijo de aquel hombre al que le arrebató la vida y que era la mente detrás de todas las amenazas que estaban volviéndolo loco.

—Hermano —Min giró su rostro viendo a Hoseok acercarse a la barra con una reluciente sonrisa, como siempre—, ¿cómo estás? ¿Hace cuánto llegaste?

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora