FLASHBACK

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Encuentro cero

El viaje en avión fue realmente cansado. Pasar más de la mitad de un día entero montado en ese gigante vehículo de acero no era su actividad favorita; estaba exhausto, le dolía la espalda y lo único que quería, era tocar tierra de una vez por todas.

Empezaba a sentirse ansioso conforme las horas avanzaban. Era un tiempo ya el que había pasado desde que salieron de su país buscando mantenerse con vida después de casi perder a su padre, pero según el mayor, ya era tiempo de regresar.

«No podemos huir por siempre», fueron las palabras de su padre una semana atrás, cuando decidió que ya era tiempo de enfrentar la vida y sus decisiones. Jimin sabía que su padre sentía miedo de regresar, y él también lo sentía, pero se encargaba siempre de ser el soporte para su padre en momentos difíciles.

Cuando por fin bajaron del avión, ambos hombres sonrieron al observar de lejos aquella ciudad que abandonaron presos del miedo y la incertidumbre que el peligro de muerte les brindaba. El señor Park abrazó por los hombros a su hijo aún en la puerta del avión, brindándole esa sensación de seguridad que pensaba que Jimin necesitaba en esos momentos, ignorando el hecho de que su hijo, por alguna razón, ya no sentía miedo del regreso.

Avanzaron por los pasillos del enorme aeropuerto, cargando su equipaje y sonriendo por la felicidad que les embriagaba al sentirse por fin en casa, porque aunque el USA la pasaron bien, nada se sentía igual que estar en su tierra, en su hogar y con la gente que aprecian.

—Pensé que veríamos a Tae al salir, con un enorme y colorido cartel con una bienvenida cursi escrita en letras neón —Jimin rió ante el comentario de su padre. Él también lo pensó, pero descartó la idea cuando su mejor amigo le dijo que estaba atrapado en una importante y aburrida cena.

—Le dije que lo vería en casa mañana.

El sol estaba ocultándose, y Park Hyung-Bae recordó de repente aquella tarde en la que su vida y la de su hijo, dio un cambio abrumadoramente doloroso. Todavía dolía el recuerdo, y sabía que así sería por el resto de su vida. Giró su rostro para ver el perfil de su hijo, su sonrisa revelaba lo feliz que se sentía por estar de vuelta, y eso fue suficiente para que aquel hombre jurara para si mismo que no permitiría que nada ni nadie dañara lo único importante que ahora tenía con él.

 

Yoongi permanecía en su silla reclinable. En una mano sostenía un vaso repleto de lo que ya no sabía si era whiskey, tequila, vino tinto o alcohol para curar heridas. Un dolor punzante se instaló en su sien derecha y maldijo por lo bajo a aquel hombre que estaba siendo un verdadero grano en el culo.

—Dile a ese bastardo que no pienso bajar el precio de la mercancía —dijo al teléfono, sostenía con fuerza el vaso de cristal, como si con eso su dolor disminuyera—, y dile también que sus amenazas me tienen sin cuidado. No pienso perder dinero por sus estupideces.

«¿Quién se cree ese maldito perro?», pensó Yoongi. Recargó su cuerpo sobre el respaldo de la silla y bebió de un solo trago todo el contenido de su vaso, saboreando lo amargo que bajaba por su garganta y pensando en que necesitaba un respiro de todo y de todos. De repente el bar de su amigo se le hizo lo más entretenido del mundo.

—Me voy a la mierda —dijo al aire, tomando su chaqueta y saliendo con calma de la comodidad de su casa.

 

La entrada al lujoso bar estaba abarrotada; personas haciendo fila para entrar y uno que otro desubicado queriendo entrar con sobornos al cadenero. Jimin observó el lugar desde el asiento trasero del taxi que lo llevaba, puso su mano sobre la manija de la puerta y después de un sonoro suspiro bajó del vehículo. El lugar llevaba abierto el mismo tiempo que el pasó fuera de la ciudad y, en medio de sus pláticas con su mejor amigo, nunca faltaban las anécdotas de éste en aquel precioso lugar, según las palabras del propio Tae. Y no podía negarlo, el lugar estaba muy bien ubicado, el exterior muy bien cuidado y daba una apariencia de ser un lugar donde solo la alta sociedad de la ciudad se reunía en las noches de fines de semana.

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora