CUARENTA Y NUEVE

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Chen Jin-Jae.

El hombre era una jodida rata con algún pacto oscuro porque el agente Kim juraba que ya estaba por ahí enterrado con una bala en el cráneo. La última vez que supo de él, terminó atado en algún lugar a manos de la gente del clan Min y supuso que Chen también había corrido con la misma suerte, incluso pensó que le había ido peor. Era un jodido soplón que funcionaba y podía poner en riesgo su vida con tal de obtener dinero fácil. El agente lo sabía y también podía jugar su juego.

Pero no; el hombre estaba parado frente a él con aire altivo, burlándose de la duda y confusión del agente, siendo jodidamente molesto e irritante.

—Esto es una burla —exclamó el agente—. Yo no confío en este tipo, me largo.

—Espere un momento, agente —aquel otro hombre se paró frente a Namjoon—. Aún no la escuchado nada de lo que el hombre tiene para decir, no sea mal educado, por favor.

—Ya hablé con el hace un tiempo y no me dio nada de valor. Es un mentiroso.

—Eso no es cierto —se defendió Chen—, yo le di varios datos importantes, si usted no logró descifrarlos no es mi problema.

—No pienso pactar con un tipo mentiroso como él —declaró con absoluta seguridad.

El hombre recién llegado caminó lentamente hasta acercarse lo suficiente, esperando una reacción del agente. Namjoon lo miró cuidadosamente, tratando de estar alerta a cualquier movimiento extraño porque ya no quería pasar por lo mismo de nuevo.

—Me gusta la gente que habla sin rodeos —expuso sereno—. Este tipo solo se va por las ramas.

—Use la cabeza para algo más que para fijar la bala en un sitio —dijo con sorna—. Usted es inteligente, demuéstrelo.

Jimin a diferencia de su padre se sentía tranquilo

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Jimin a diferencia de su padre se sentía tranquilo. Estaba viviendo un especie de capítulo de suma calma en su vida, y se sentía jodidamente feliz por tener a su lado un padre como Hyung-Bae y un novio excepcional.

Caminó a paso tranquilo hasta el departamento de su novio, esperando que se encontrara ahí puesto que iba de sorpresa. No hacia falta tocar si ya se sabía la clave de seguridad, así que simplemente tecleó los dígitos y accedió al lugar al abrirse la puerta. Entró para encontrar sobre el sofá el cuerpo de su pareja, recostado bajo un profundo sueño que se evidenciaba al notar la respiración profunda y calmada.

Se permitió caminar por la estancia con libertad. Cuando Yoongi rondaba su hogar siempre lo mantenía ocupado con besos, caricias y palabras que le subían la temperatura a su cuerpo, estando él dormido debía aprovechar la oportunidad.

Sus pies se deslizaron por la estancia observando algunos cuadros que decoraban la pared. Los observó con cuidado, admirando el buen gusto de su novio y preguntándose también por qué ya no estaban aquellos lienzos que pudo observar la primera vez que entró a ese lugar. Su atención fue capturada por una única fotografía que reposaba en un sencillo cuadro beige en el mueble oscuro de madera que albergaba algunos adornos y libros. Pasó su pulgar por el cristal acariciando el rostro joven de una mujer que guardaba algunas facciones de su novio. Era bella y Yoongi tenía sus ojos. Su cabello era muy negro y le llegaba hasta los hombros, lo que provocaba que su piel luciera más radiante.

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora