Yoongi
Los planes no eran exactamente salir de su sofocante hogar para ir a sofocarse en medio de copas de whisky, sin embargo ahí estaba; frente a la barra de aquel lujoso bar que conocía como la palma de su mano, con su mejor amigo rondando de aquí para allá como el dueño responsable que era.
—Ya estoy aquí —dijo Hoseok posicionándose a su lado en la barra—. Este día ha estado de locos entre las entregas de las bebidas y los dos chicos que me renunciaron. ¿Quieres otro whisky?
—Quiero muchos whiskys… —habló el pelinegro con la mirada fija en algún punto lejano, como si la música a su alrededor no fuera abrumadora—… y un lugar para hablarte en privado también.
Su amigo lo guio a su oficina con la incertidumbre subiendo por su cuerpo. Sentir tenso a Yoongi no era algo nuevo, pero sentía que en esa ocasión había algo más delicado detrás de toda esa tensión que cargaba.
—Pasa —le abrió la puerta y los dos se perdieron detrás de ésta.
Yoongi se dejó caer sobre el sofá negro de piel, con un gesto derrotado que alertó a Hoseok. Algo andaba mal y eso lo mantuvo expectante. Se sentó a su lado y apretó su hombro en un gesto cálido que afianzaba esa hermandad de hace años. Jung Hoseok era lo único que Min tenía en esos momentos; lo más cercano a una familia.
—¿Y bien? —decidió indagar al ver el silencio en el que su amigo se mantenía.
Yoongi suspiró. Sintió que el aire retenido le quemaba el interior y le sofocaba de manera indescriptible. Era una sensación que no le gustaba en lo absoluto.
—Por fin dimos con él —soltó de la nada. Hizo contacto con Hoseok que lo veía con los ojos muy abiertos a causa del asombro.
Y no era que dudara de la capacidad de su amigo o de sus hombres para dar con el asesino del señor Min, el motivo detrás de la sorpresa para él era que a partir de ese momento se desataría una cacería de la que deseaba mantenerse alejado, y también a Yoongi. Era un hermano para él, y lo que más quería era que olvidara ese deseo de venganza que no lo dejaba disfrutar de las pequeñas cosas que la vida pone delante para lograr la plenitud.
Pero, ¿quién es capaz de olvidar un suceso como ese? El asesinato de su padre marcó un parteaguas en su vida, dándole un abrumador giró que jamás pensó enfrentar alguna vez.
—¿Esta aquí? —preguntó con precaución. «que diga que no, que diga que no», pensaba Hoseok en sus adentros.
—Entró al país hace aproximadamente una semana —el rostro de Yoongi estaba en calma. Demasiado, según Hoseok—. Ahora solo queda elegir cuál será el mejor método de venganza y listo.
—Tu sabes lo que pienso de todo esto —habló el castaño—, pero quiero que sepas que pase lo que pase, y decidas lo que decidas, yo voy estar aquí para ti. Siempre —puso su mano sobre el hombro contrario y se permitió darle un apretón—. Eres mi hermano, Yoongi. Jamás lo olvides.
Yoongi sonrió ante el gesto. No era un hombre demasiado abierto en cuanto a sus emociones, pero agradecía cada día de su vida haber tenido a Hoseok en los momentos más oscuros de su vida.
—Estas demasiado cursi —el gesto divertido en el pelinegro le permitió a Hoseok respirar tranquilo—, mejor vayamos a beber algo, hermano, no vaya a ser que quieras agarrarme a besos después.
Min se puso de pie y Hoseok lo siguió con una sonrisa en el rostro.
Señor Min, cuide a este imbécil desde el infierno. No quiero perderlo.
[…]
Pasaron quizá dos horas desde su plática. Después de eso se fueron a la zona exclusiva donde Hoseok tenía una mesa que nadie más podía reservar. La usaba únicamente cuando Yoongi se daba el tiempo de ir a verlo o cuando este necesitaba ver a alguien con quién hablar de negocios. Sabía de antemano que su amigo no le ponía en riesgo y por eso siempre que acudía al lugar en busca de negocios, lo hacía de manera discreta y sin llevar sobre él nada que pudiese resultar comprometedor para su amigo o su establecimiento.
Por eso siempre se sentía tranquilo.
—Si, voy enseguida —Hoseok colgó la llamada y bebió de un solo trago lo que quedaba en su vaso para darle una mirada apenada a su amigo que llevaba un vaso de whisky a su boca—. Lo siento amigo, el deber hoy está más jodido que nunca. No me dejan respirar ni un solo momento. Regreso enseguida.
Observó con detenimiento como su amigo bajaba hasta la planta baja esquivando de manera experta a la muchedumbre que bailaba, y también a algunas cuantas mujeres que deseosas intentaban llamar su atención. Dejó el vaso de cristal sobre la mesa delante de él y decidió que no quería sentirse solo en la oscuridad de aquel espacio. Bajó por el mismo camino que su amigo y también tuvo que evitar a una pelirroja de diminuto vestido negro que con un baile sugerente quiso hacerle compañía. «Lástima, nos gusta lo mismo», pensó Yoongi mientras de manera amable se zafaba de su terco agarre.
—Un tequila —pidió al tipo de la barra—… doble.
El trago le fue servido de inmediato. Ser el mejor amigo del dueño y, socio, de alguna manera, le daba sus ventajas. Cualquiera pensaría que por ser el líder de una mafia poderosa sería un tipo inflado en ego y superioridad, y si lo era, pero solo en lugares y situaciones necesarias. Llevar una fachada discreta le llamaba más la atención.
Tomó el pequeño vaso y lo llevó a sus labios, dando un pequeño trago y girando su cuerpo para quedar de frente a la pista de baile donde decenas de personas bailaban al ritmo de alguna canción.
Media hora después, al ver qué las ocupaciones de su amigo estaban imposibilitando darle un respiro para poder seguir con su plática, decidió que era hora de irse. Tenía muchas cosas que pensar, era momento de dejar la sensibilidad de lado y enfocarse en lo verdaderamente importante. Pagó su consumo y se encaminó hacia la salida, escabulléndose entre el mar de gente que bailaba y le observaba al mismo tiempo. Llevaba la mitad del trayecto recorrido cuando una voz familiar le llamó por su nombre.
—¡Oye, Yoongi! —el nombrado giró su rostro encontrándose con la mujer. Una sonrisa lasciva en su rostro le hizo ver qué una amena charla no era lo que buscaba.
—Ahora no, Lee-na.
Se giró dispuesto a seguir su camino pero se encontró de frente con un rostro y un cuerpo pegado al suyo. Había sido accidental, pero estaba ahí, frente a él con cara de “perdón no fue mi intención, pero si quieres si”.
Sus cuerpos chocaron de frente y también su mirada, que hizo a Yoongi permanecer más tiempo del que debía observando aquellos ojos color chocolate que lo veían con fascinación. Una extraña sensación subió por su pecho y no quiso tomarle importancia.
—Perdón —dijo el chico—, no vi por dónde iba —le sonrió y Yoongi se quedó estático.
El chico se fue y fue cuando algo en Yoongi hizo clic. Lo buscó de nuevo con la mirada y lo vio en alguna mesa al lado de un chico que parecía ser cercano. Se fue de nuevo a la barra, a tomar lugar desde donde pudiera seguir observándolo como si fuese un cazador al cuidado de su presa. Sonrió cuando su presa vio en su dirección y una sonrisa discreta estuvo a punto de salir de sus labios. Levantó el pequeño vaso en su dirección, brindando a la distancia y todo sucedió como el esperaba.
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Cien Balas (Yoonmin)
FanfictionJimin quiere curar a Yoongi. Yoongi quiere curarse a sí mismo a través de la venganza. «Tengo cien balas especiales para un único destinatario» *Historia 100% original nacida en medio del caos que provoca el bloqueo de escritor. ¡Disfruta!