TREINTA Y OCHO

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Jimin se encontraba viendo la televisión. A su lado estaba su mejor amigo comiendo con gusto un plato repleto de cereal, veían un programa de comedia mientras hablaban sobre lo odioso que era un compañero de Taehyung.

—Es como un grano en el culo —Tae se echó otra cucharada a la boca y el rubio lo vio con diversión.

—¿Recuerdas cuando molestabas a aquella niña en preescolar? —su amigo lo vio con indignación. Era una etapa oscura que quería dejar de lado.

—Cállate, era solo un niño mal comportado que afortunadamente —puso su mano en su pecho—, recobró el camino del bien.

—Y te tomaste tan en serio eso de recobrar el camino del bien que en secundaria salías con ella, ¿no?

—Se puso muy linda —se excusó el otro—. La adolescencia le cayó de maravilla.

—Claro —el teléfono de Jimin empezó a sonar y sonrió en grande al ver que se trataba de su novio—. Es Yoongi, cierra la boca —ordenó a su amigo—. Hola.

A Taehyung no le caía mal ese chico, al contrario, le agradecía el que gracias a él su mejor amigo estuviera controlando esa etapa rebelde que solía tener antes de aceptar sus sentimientos. Era bueno que Jimin estuviera con Yoongi porque le hacía estar en paz, y era algo en lo que Tae y Hyung-Bae estaba totalmente de acuerdo.

—Bien —se levantó y tomó sus cosas para ir a la puerta—, creo que me iré ahora.

—¡Adiós, Tae! —le gritó Jimin aún en el sofá sonriendo ante la propuesta que su novio le hacía—. ¡Te veo después!

—¿Y qué dices? —se escuchó la voz de Yoongi por el teléfono—. ¿Aceptas?

Jimin sonrió más que feliz de poder tener una cita con su novio. Una cita real.

—¿Vas a salir? —Yoongi estaba por salir del estudio cuando John apareció por la puerta—

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—¿Vas a salir? —Yoongi estaba por salir del estudio cuando John apareció por la puerta—. Necesito hablarte sobre el cargamento que va hacia América del sur.

—Tengo algo que hacer justo ahora, John, pero mañana temprano nos ponemos a resolver eso.

Yoongi salió apurado apenas agarró su chaqueta oscura y dejó a su mano derecha soltando un bufido de inconformidad. Si seguía así le iba a tocar tomar un avión a aquel lejano país y resolver el problema solo.

—¿Estás listo? —le cuestionó por el teléfono—. Estoy a dos calles, llego y subo por ti.

—No es necesario —le cortó el otro—, te espero abajo, estoy yendo hacia allá.

Al parecer Jimin estaba emocionado, y aunque a Yoongi no le gustaba mostrar su sentir, algo le removía en su interior el tener una cita romántica aunque fuera de lo más falsa, como sus sentimientos.

Se mantuvo frente al volante esquivando los autos de forma automática mientras divagaba en los sueños tontos que tenía cuando era adolescente, esos que le hacían desear crecer rápido para poder encontrar el amor y vivir esos sueños cursis que se imaginaba a menudo.

Cien Balas (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora