CAPÍTULO 9

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Cuando despertó Alba estaba algo desconcertada. Por un momento no sabía dónde se encontraba. Al intentar moverse le dolió el pie y se acordó de todo lo sucedido y en su cabeza resonaba una y otra vez, estas en el siglo XVII.

La luz de la mañana ya entraba por la ventana y la chimenea seguía encendida. <<¿Alguien ha ido echando troncos?>> se preguntó.

Recordó el golpe de la cabeza y su mano fue directamente a este y noto que aún le dolía pero menos, aunque su pelo estuviera aplastado y apelmazado a causa del mejunje que la noche de antes le puso Kendrick el medico del castillo.

Apoyo las palmas de la mano sobre el colchón y haciendo fuerza con sus brazos intentó incorporarse en la cama, justo en ese momento entró la chica joven que subió el día anterior con Maisie.

- Lo siento.- se ruborizó.- Pensé que seguía durmiendo y no llamé. No se lo diga al señor o la señora Calahn.

- Tranquila no diré nada si me ayudas a levantarme.

- Señora no debería, el médico y el señor han dicho...

- Me imagino lo que habrán dicho.- le cortó.- Pero me duele el cuerpo de estar aquí. Por favor, nos ayudamos mutuamente.- sonrió.

- Si señora.- le devolvió la sonrisa y dejó la bandeja que llevaba en las manos en una mesa cerca de la entrada.

- Por favor, llámame Alba, eso de señora no va conmigo.

- Pero el señor ...

- Por favor.- le cortó suplicando.- Soy Alba, de acuerdo.

- Vale seño... digo Alba.

- Gracias, ¿Cómo te llamas?.

- Soy Caillic.- contesto tímidamente.

- Encantada de conocerte Caillic.- le tendió la mano y está la miró extrañada.- Ahora deberías darme la mano.- le informo.

- ¿Así se saludan en su país?.

Alba se dio cuenta que las costumbres eran muy distintas en ambos siglos y tenía que tener mucho cuidado para que no la descubrieran y la trataran de loca o bruja, al menos no había intentado que le diera dos besos, eso hubiera sido aun peor.

- Puedes poner esa silla cerca de la ventana. Así puedo observar el paisaje y respirar aire fresco.

Caillic asintió, cogió la silla y la puso donde le indico, luego la ayudó a levantarse de la cama y acercándole la bata para que se la pusiera la acompañó hasta la silla.

Se dirigió hacia la mesa donde dejó la bandeja y se la acercó a donde estaba ella.

- ¿Esto qué es?- pregunto al ver un tazón con una pasta rara.

- Avena con leche. Le puse un poco de mantequilla y miel.- sonrió.

- No hay café.- Caillic la miró extrañada.- Perdona, un poco de leche caliente y miel.

- Ahora se la subo.

Caillic salió de la habitación y Alba miró hacia el exterior.

El cielo estaba gris y llovía suavemente.

Veía como varios hombres estaban luchando entre ellos y comprendió que estaban practicando, entrenándose, otros estaban recogiendo grandes piedras y reparando las zonas afectadas por el asedio ocurrido meses atrás.

Alba buscaba a Alistair entre todos esos hombres y no lo veía, sintió una pequeña decepción en su corazón por no encontrar lo que buscaba.

La puerta se volvió a abrir sin que nadie solicitará permiso para entrar y Alba sin girarse dijo feliz y risueña.

Tú eres AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora