Habían pasado dos semanas desde que ambos comenzaran ha entrenar. Alba cada día se sentía mas ligera, era mas precisa en sus movimientos, estaba demostrando que era una buena alumna pero él, era mejor maestro.
Antes del amanecer acudían al mismo lugar y como si fueran dos bailarines Alistair le enseñaba cada movimiento y Alba aprendía de ellos, no solo los ejecutaba, sino que también los cortaba defendiéndose como un gran guerrero.
Solo Bryson sabia donde se dirigían cada mañana, que era lo que hacían allí, aunque perfectamente él no solo se los imaginaba sudando por el entrenamiento, sabia perfectamente que tendrían sus momentos de sexo ya que su primo había mejorado su carácter desde que decidió ganar la batalla a su pasado y abrir su corazón a la española que habían encontrado casi un mes atrás.
Alistair estaba reponiendo fuerzas mientras recordaba la noche de placer que había pasado al lado de su amada cuando la voz preocupada de su primo lo saco de sus calenturientos pensamientos.
- Ha aparecido parte del ganado muerto.- le informo mientras Alistair soltaba de golpe la cuchara con la que estaba comiendo las gachas de avena.
- Cuántas y cómo.- sonó preocupado.
- Cinco. Les han abierto el estomago y sacado las entrañas.
Alistair dio un golpe en la mesa, se puso en pie y empezó a dar órdenes, mientras con urgencia y preocupación se acercaba a la salida del castillo.
- Llevarme allí ya. Ha tenido que ser cosa de mi hermano.
Una vez fuera, junto a su primo y varios hombres que se encontraban en el comedor con el tomando algo, se dirigieron hacia los establos, ensillaron sus caballos y subieron a estos con un salto lleno de urgencia, no había recorrido aun unos pasos el caballo, cuando se giro de nuevo al establo y llamo al mozo de cuadras.
- Calem.- su voz sonaba enfadada y preocupada.
- Si señor.- le contestó asustado el joven pelirrojo delgaducho.
- Cuando venga la señora a montar su caballo informarle que nos hemos tenido que ir. Nos vemos a la hora de comer.
- Así lo haré señor.- asintió con la cabeza mientras observaba como los hombres se marchaban.
En el momento en el que ambos salieron dirección al lugar de los hechos con premura para ver la realidad, Alba se desperezaba en la cama caliente pero vacía, sonreía mientras sus brazos estaban por encima de su cabeza mientras recordaba la sensación de estar rodeada por los fuertes brazos de su señor, de su mirada azul mientras la penetraba una y otra vez, de lo que sus labios le hacían sentir en cada poro de su piel y de las palabras que no les hacia falta decir, para saber lo que el otro deseaba o necesitaba.
No hubiera salido ese día de la cama, pero se acuso de que si no lo hacia no estaría tiempo a solas con Alistair, no disfrutaría de su compañía, su cuerpo o sus enseñanzas, así que, tomando una fuerte bocanada de aire, se sentó en la cama, se puso en pie, se vistió y bajó directamente al salón central donde él la esperaba cada mañana. Nada mas acceder al gran salón se extrañó de no ver allí a Alistair, miró por todo este, tampoco estaba Bryson ni ninguno de sus hombres. Siempre la esperaba aunque él ya hubiera desayunado, pero esa mañana algo debió de suceder para que no estuviera allí esperándola y necesitada de saber que había ocurrido, primero se dirigió a las cocinas y posteriormente al establo.
- Buenos días Calem.- le sonrió mientras se dirigía hacia su caballo.
- Señora, me ha dicho el señor...
- Si.- le cortó.- Ya me han informado en las cocinas. No te preocupes, voy a dar un paseo de mientras.- de un saltó montó a Stoirm.
Alba espoleo los costados del caballo y salió con prisa a dar ese paseo, al traspasar las puertas del castillo se adentró y se perdió en el bosque.
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Tú eres Alba
RomansaDespués de casarse con su amor platónico todo cambia de la noche a la mañana y no le apetece que nadie mas ocupe su lugar. En un breve espacio tiempo conoce a dos hombres que le atraerán, pero ¿Alguno de ellos podrá hacerle olvidar a su primer amor...