CAPÍTULO 3

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El fin de semana había pasado, y lo habían hecho juntos.

Estuvieron paseando por la playa, comiendo, recordando y volviendo a conocerse de nuevo, él no era ese adolescente ni ella era aquella mocosa, no era el amor de su hermana y quería saber todo lo que había vivido en Escocia, que había hecho, visto, sentido.

Durante esos días Ángel tomó la decisión de hablar con su superior y cambiar a Alba de clase, no podía jugarse su puesto como profesor en la universidad ni la expulsión de ella. Aunque estaban en los noventa, la mentalidad seguía siendo cerrada y pensaban que las relaciones de alumno profesor simplemente era un beneficio para uno de los dos y no un sentimiento que hubiera nacido de verdad entre ellos.

A las ocho tenía una reunión con él y aunque estaba nervioso, tenía que decir todo lo que había practicado por la noche para que fuera creíble.

- Buenos días, dígame qué ocurre o necesita Sr Sacristán.

- Buenos días. Se trata de una alumna que está en mi clase y necesito que la pasen con otro profesor.- su voz temblaba.

- Ha pasado algo con ella que debamos saber.

- No, no es lo que piensa. A ver... - tomó aire profundamente.- la conozco desde que era una cría y no quiero que....

- Ósea, ¿cree que puede beneficiarla?.

- Más bien, prestarle demasiada atención, ya sabe, la veo algo perdida y me siento responsable por la amistad que me une a ella y a su familia.- se tocó la nuca y sonó convincente.

- Creo que tiene razón.- apoyo la espalda a su silla y cruzo los dedos de ambas manos.- No sería justo para el resto de sus alumnos. Ha hecho bien en informarnos y la cambiaremos de clase, no se preocupe y en breve ella será informada también. Algo más.

Ángel negó con la cabeza, se levantó de la silla, le dio la mano y salió del despacho casi sin poder respirar al conseguir su propósito, Alba dejaba de ser su alumna y ahora era libre de estar con ella, soltó el aire que tenia retenido en el pecho desde que entro en aquel despacho, sin darse cuenta sus hombros se sentían mas ligeros, ahora si podía disfrutar con tranquilidad, aunque había cometido un pequeño error y lo pagaría caro en breve.

En el exterior de la facultad Alba estaba con sus amigas tomando un café mientras hacían tiempo para entrar en la siguiente clase que tenían. Iban enlazando temas, desde los exámenes, trabajos, compras o que iban hacer el próximo fin de semana, hasta planeando las próximas vacaciones las cuales las veían aun muy lejanas aunque no fiera así. La cara de Alba perdió algo de color y su sonrisa eterna era una línea fina y recta, las chicas la miraban estañadas y en silencio mientras ella tenia su Motorola negro en las manos después de haber emitido un bip avisándola que tenia un mensaje nuevo.

- No me lo puedo creer.- dijo enfadada mirando su móvil.- Te juro que lo mato, ¡yo lo mato!!!.- alzo demasiado la voz y el resto de gente que estaba en la cafetería la miro.

- Pero qué pasa.- dijeron al unísono Vane e Inma.

- Este tío, ósea, el fin de semana fue genial y acabo de recibir un mensaje que me han cambiado de clase. Pero de que va, es tonto o so le hace.

- Cálmate, seguro que tiene una explicación.- le dijo Vane acariciándole la espalda.

- Si, que me quiere joder, pero qué narices le he hecho yo.- estaba fuera de sí.

- Porque no vas hablar con él.- le propuso Inma.

Miro fijamente a los ojos de su amiga y sin decir nada más, se levantó de la silla que ocupaba y se dirigió hacia la facultad.

- ¡Pero dónde vas!.- gritó Vane mientras se ponía en pie intentando ir tras ella.

- A cantarle las cuarenta. Pena me da el profesor.- rio Inma.

Cuando llegó al despacho de Ángel, le entraron ganas de abrir la puerta sin llamar, pero pensando en que él conocía a sus padres y estos le enseñaron educación tocó con los nudillos y entró cuando escuchó que del otro lado él le daba paso.

- ¿Pero tú de qué vas? .- le escupió enfadada y cerró de un portazo.

- Alba, ¿Qué narices te pasa?.- preguntó desconcertado mientras se levantaba de su silla y se dirigía hacia ella.

Alba empezó a moverse de un lado a otro del despacho mientras él intentaba calmarla.

- Vamos a ver Alba, te puedes sentar, te calmas y me explicas qué narices te pasa, ¿Por qué estas así?.- Alba paro de golpe, lo miro con odio y levanto una ceja.

- Lo que me pasa es que eres, eres... joder... porque me has cambiado de clase. Acaso no soy buena en lo que hago y dices que tienes miedo en beneficiarme, anda no me jodas Ángel. A caso no lo estas haciendo.- aclaro sarcásticamente mientras bajaba los brazos que había levantado en modo de protesta.

Ángel la miró sorprendido, le pareció tan dulce verla con el ceño fruncido, los brazos en cruz y enfadada que empezó a reírse por la situación y el comentario.

- Encima te estás riendo de mí, en mi cara. ¡Pero tú eres gilipollas o te lo haces!!.

Ángel, cada vez veía la situación más divertida, ridícula mejor dicho y Alba perdiendo la poca cordura que le quedaba no pudo aguantar más y gritando como una psicópata le advirtió.

- Lo de este finde era eso, reírte de mí. ¡Vete a la mierda!.- se dirigió a la puerta.

- Eh eh, no vas a salir de este despacho hasta que te tranquilices y hablemos.

- ¡Si te estás riendo de mí!!.- gritó fuera de sí.

- Es que me pareces tan tierna.

- De verdad. ¿Pero que te has metido para desayunar?.

- Lo que quiero desayunar cada día es a ti. Quiero besarte cuando te vea por los pasillos. Llegar a la universidad y salir de ella cada día cogido de tú cintura sin miedo a que me despidan. Por eso hablé con el rector y te han cambiado de clase, ¿entiendes porque me parece este ataque tuyo tan tierno? .- la beso en los labios mientras le rodeaba la cintura y le susurró al oído.- Quiero cambiar mis días y lo quiero hacer contigo.

Alba se fue relajando poco a poco y en ese momento perdió la noción del tiempo con lo que le decía su amado, su sueño se estaba haciendo realidad, Ángel quería más y ella se lo iba a dar puesto que él siempre fue el elegido.

- ¿Más tranquila? .- le sonrió y ella asintió.

- Lo siento, he perdido los nervios.

- Si sólo fuera eso.- se puso a su altura.- No pasa nada, pero tenía que hacerlo y solo se me ocurrió esa excusa. No quiero que ningún alumno intente algo contigo.- se rasco la cabeza.

- ¿Celos?.

- Ufff, muchos enana, no sabes cuántos y quiero hacer las cosas bien.

Ambos entrelazaron los dedos y solo se separaron al ver que era hora de dar la clase y asistir a clase.

Cuando Alba le dio un casto beso y se acercó a la puerta para marcharse con prisa ya que iba a llegar tarde, Ángel la reprendió.

- ¿Dónde narices vas?.

- A clase.- le miró extrañada.

- Espera, te acompaño.

Y cerrando la puerta de su despacho con llave, tomó firmemente la mano de Alba y la acompañó a clase y después de despedirse con un beso en los pasillos delante de todos, se dirigió a su clase.

- Nos vemos luego enana.- siguió su camino.

Ella solo podía sonreír, y pellizcando se a sí misma se dio cuenta que no era otro sueño más con él, esto ya era real.

Tú eres AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora