CAPÍTULO 19

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Pasó una semana de masajes, brebajes, semireposo y batidas para buscar a Nechtan por las tierras de Alistair.

Alba poco a poco se había recuperado pero no tenían ninguna noticia sobre el paradero de Nechtan, ¿se lo había tragado la tierra o engullido el mar?. Alistair y Bryson tomaron precauciones vigilando al personal del castillo. Necesitaban saber cual de todos era el traidor, el espía de su hermano, lo que mas les dolía es que debía de ser alguien al que seguramente apreciaban por el tiempo que pudiera llevar trabajando en el castillo para ellos.

Desde hacía unos días Alba ya podía caminar sin muletas y ayudaba en las cocinas preparando postres o comidas las cuales estaban deliciosas, encontró un hobby en otro siglo intentando tener ocupada su cabeza ya que si no lo hacia se volvería loca al recordar que no sabia donde estaban sus amigas y de que el hermano loco del Lird de esas tierras la quería muerta.

Llevaba esperando ese día con esperanza ya que desde hacia una semana decidieron que en cuanto el medico le dijera que estaba bien, Alistair le enseñaría a defenderse con la espada y daga. 

La noche de antes Kendrick los interrumpió mientras estaban hechos una maraña de brazos y piernas, al insistir tanto, Alistair se puso tras la puerta preguntando que quería y simplemente le informo que Alba, estaba bien y podía hacer vida normal. Aunque por un momento algo se estremeció dentro de su ser pensando en que ella querría salir corriendo y hacer locuras, el grito de felicidad seguido de un abrazo, un beso lleno de deseo y un buen polvo, le hizo olvidar que podría ser un error, si ella era feliz, él lo seria junto a ella.

Alba no pudo conciliar el sueño, no solía hacerlo cuando Alistair estaba cerca ya que nunca se saciaba de ella, pero esa noche no era por esos motivos, estaba nerviosa puesto que cuando saliera el sol y después del desayuno, comenzarían sus entrenamientos, aunque fuera lejos del castillo, fuera de todas las miradas ajenas, era lo mejor ya que muchos de los guerreros o personas del castillo se podrían molestar que una mujer aprendiera a blandir una espada.

Alistair como cada día, se levantaba antes del amanecer y dejaba sola a Alba en la cama durmiendo plácidamente mientras él entrenaba con sus hombres, ese día no fue consciente que su mujer seguía despierta y observaba con deseo como se vestía. << Dios, mirarlo debería de ser pecado y desearlo un billete directo al infierno.>> pensaba mientras se mordía el labio sin quitarle la mirada de encima.

Ese día no se hizo la remolona en la cama, simplemente se sentó en esta, se puso de pie junto a la ventana para observar como Alistair y sus hombres comenzaban a entrenar y al sentir un poco de frio, comenzó a vestirse. Cruzo la distancia que separaba la cocina de la habitación de Alistair y entro con una gran sonrisa y un hambre voraz, necesitaba con urgencia reponer fuerzas y desayunar. Si, no era normal que lo hiciera allí y aunque las criadas y cocineras la miraban con rareza ya que la señora estaba siempre en la cocina, finalmente todas desistieron de decirle que fuera al salón ya que terminaron encariñándose con ella puesto que no se sentía superior a ellas, sino una mas del clan, cosa que agradecieron ya que no se parecía a la antigua y engreída señora del castillo.

- Señora.- susurró con disimulo Caillic a Alba.

- Dime.- le sonrió.

- Aquí tiene. Lo que me pidió.- le entregó un pequeño paquete.

Alba sin esperar abrió el paquete y desenvolvió una especie de falda abierta por el centro, por delante y por detrás.

- Genial, ¡era esto lo que quería!.- le dio un beso de agradecimiento.

- Señora, no entiendo porque una casaca tan larga y que en la parte trasera este abierta y delante no haya tela, ¡se verá todo!!!.- se ruborizo.

- Es para entrenar con el señor, las piernas estarán sueltas y no se me verá nada porque llevaré mis maya.. mis pantalones debajo.- Intentó corregirse.

Tú eres AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora