CAPÍTULO 41

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- Anda dormilona.- le susurraba con cariño.- Levanta, nuestros hombres están a punto de llegar y tenemos que unirnos a la comitiva.- la zarandeaba al no conseguir despertarla.

- Un poquito maaas.- se tapo bajo la manta.- La culpa es tuya no me has dejado dormir.- se escucho un puchero.

- Ahora dirás que te obligue hacerlo- le quito la manta y estudio cada hueco de su piel desnuda.

- Vale, yo tuve algo que ver.- se sentó en la cama.- Pero te recuerdo que tú...- le señalaba con el dedo índice y él la calló con un beso.

- No podemos hacerlos esperar.

- Esta bien, pero tengo que ponerme la misma ropa de ayer.

- No, Bryson nos ha traído ropa.- le tendió una bolsa de tela con ropa.

Alba se sorprendió al ver una camisa limpia, su chaleco negro, los pantalones del mismo color y sus botas altas de montar y con cara de sorpresa pregunto.

- ¿Dónde esta mi marido y que has hecho con él?.- él empezó a reír.

- Entiendo porque querías ir cómoda.- le acaricio la tripa desnuda y se le erizo a ambos la piel.- Vas menos ajustada, ¿no?.

- Es incomodo para hacer pis, pero me siento libre.

- ¿hacer pis?.- sus risas se escuchaban en toda la posada.- Anda, vístete ya que si no lo haces te vuelvo a poseer.- Alba le hizo ojitos y se mordió el labio.- Alba no.- dijo con autoridad y contundencia.- Tenemos que marchar ya.

- Joooo, es que quiero más.

- Te prometo que lo tendremos en llegar al castillo y sabes, que estas promesas siempre las cumplo no te vas a escapar.- le beso la frente y se fue dirección a la puerta.- ¡Te quiero a bajo ya!, ¡entiendes!!!.- sentenció, ella asintió, se levantó y cuando este cerró la puerta, ella entre murmuros dijo.

- Me quieres y punto.- sonrió y comenzó a vestirse.


Alba salió de la posada y busco a su marido el cual estaba junto a Bryson. Ambos estaban hablando con dos jóvenes a los cuales no había visto jamás.

- Ya esta aquí la dormilona.- dijo Bryson con burla.

- Vale, admito que me he convertido en la bella durmiente, pero al menos no soy un engreído.- le saco la lengua.

- Ella misma se llama bella.- dijo a carcajadas.- ¡y el engreído soy yo!!!. Buenos días preciosa.- le dio un sonoro beso mientras su primo los miraba de reojo.- Espero hayas tenido sexo con él, porque fijo me mata por haberte dado un beso.- dijo en susurros y ella rio.

Alba al escuchar la confesión de Bryson y comprobar como este los miraba de reojo se acerco muy zalamera a su marido y le rodeo la cintura con una mano bajando con lentitud por la cadera hasta llegar a su culo.

- Te he echado de menos.- susurro con picardía y mojo sus labios.

Alistair sorprendido la miro y le correspondió con un beso lento y profundo de los que te dejan sin respiración.

- Ellos son Evan y Bruce. Ambos te protegieron anoche mientras Bryson me avisaba de que estabas aquí.- Alba los miro a ambos y sonrió haciendo una leve reverencia solo con la cabeza.- Y ella es Leslie, su hermana. Irás en la carreta con ella.- y antes de que fuera a protestar le dijo con voz baja y templada.- Es una orden, hasta nuevo aviso, no puedes montar.- levantó una ceja y Alba no rechisto.

Alistair ayudo a subir a su mujer en la carreta, la miraba de reojo y sabia perfectamente que ella estaba enfadada por no montar a stoirm, pero esta vez no se iba arriesgar.

- De verdad, no entiendo porque tengo que ir en una carreta y no a lomos de mi caballo.- le dijo en susurros mientras le sostenía el brazo para que no se alejara hacia su caballo.- Si hasta ayer lo estaba haciendo.- protesto, le soltó y se cruzo de brazos.

- Ayer no sabia que estabas embarazada y menos aun que son dos. No voy a poneros a los tres en peligro.- le apretó el muslo para que lo mirase.- Por favor Alba.- sonó a suplica.- Por una vez, hazme caso y déjame que os cuide.

En ese momento Alba se dio cuenta que el tenia razón, le cogió la mano que tenia en su muslo y le beso los nudillos.

- Leslie, cuídala.- se alzo con la fuerza de sus brazos y le robo un beso a su mujer.- No te dejare sola, lo prometo.- se monto en su caballo y comenzó a dirigir la comitiva.

- ¿Son tus hermanos?.- Leslie solo asintió moviendo la cabeza sin mirarla.- ¿Te molesta que vaya contigo?.- Leslie se giro para mirarle fijamente con sus ojos azules cielo bien abiertos y negó asustada con la cabeza.- No soy la señora de Arran- miraba al frente buscando a su marido entre todos sus hombres.- No soy la señora de nadie, solo soy Alba.

- Es-e-es.- tartamudeo.- que ten-te-tengo miedo.

- ¿Por qué?.- Alba giro su cuerpo y le tomo una de las manos.- No te voy hacer daño, ninguno de nosotros.- miro alrededor de ellas.- Leslie sonrió levemente.- Anda cuéntame algo de ti.- volvió a negar con la cabeza.- ¿Tienes vergüenza?.- ahora asintió por primera vez y sonrió al mismo tiempo.- Vale, pues empiezo yo.- Alba levantó las cejas y movió la nariz con gracia pensando que contarle.- Soy española, por eso mi raro acento. No se si mi marido te ha dicho algo pero me ha castigado a ir contigo en la carreta porque estoy embarazada de gemelos.- resoplo.- De unos tres meses más o menos, cree que soy una loca montando a stoirm y prefiere tenerme vigilada aquí, contigo.- Alba le regaló una sonrisa sincera.- Estoy deseando que pasen ya estos primeros meses y que se acaben las nauseas matutinas y los vómitos.- suspiro Alba.

- Yo-yo.- carraspeo.- Yo puedo a-ayu-ayudar.

Alba volvió a girar su cuerpo mirándola sorprendida.

- Por dios bendito y por la santísima Virgen del Remedio, que he de hacer. ¡Me pongo en tus manos!.- Leslie sonrió al ver la naturalidad de la señora.

- Us-ust-usted señora, no es-e-es común.

- Si yo te contara, verías lo poco común que soy.- ambas rieron.- Lo primero que tengo que decirte, es que no me llames señora, lo odio.- puso los ojos en blanco.- Y lo segundo, si tu vergüenza es por tu tartamudez, de verdad, tranquila, tenemos un largo camino para conocernos y si a ti no te importa a mi menos- le volvió a sonreír y Leslie miro al suelo con timidez.- Ahora por la Santa Faz, dime que he de hacer para no tener estas nauseas.

Durante el camino le conto que entendía de plantas y que perfectamente sabia utilizarlas para el bien e incluso para el mal. Se giro tras ella y de una gran talega de piel saco una pequeña bolsa, la abrió, puso unos polvos, los observo y le dijo.

- Mo-moj-moje su dedo y chupe lo-o-lo que se le pegue en-e-en-el.

Alba la observo con curiosidad pero desesperada porque ese mal estar desapareciera hizo lo que ella le dijo y al cabo de un rato empezó a encontrarse mejor.

- Gracias por aparecer en mi vida.- abrazo con sinceridad Alba a la chica.

Durante el resto del camino antes de parar para montar el campamento y pasar la noche al raso como otros días atrás, Alistair, Bryson e incluso Isobel junto a su marido Duncan iban a menudo para ver como se encontraba y Alba les conto que gracias a Leslie estaba mejor que nunca, que sus nauseas habían desaparecido y que tenia un hambre atroz. Mientras Isobel y Duncan no se acercaban, ella no dejaba de observarlos, lo felices que estaban uno al lado del otro, ambos se habían quitado una espinita del corazón, la del amor.

Tú eres AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora