- No, no.- comenzó a gritar un angustiado Alistair mientras se incorporaba del catre donde se hallaba tendido.
Estaba en una casa destartalada, a oscuras, con una pequeña chimenea encendida la cual soltaba más humo que calor. Las contraventanas tenían agujeros y en alguna de las ventanas no existían dichas contraventanas dejando entrar el aire a la casa. El frío se colaba por cada rendija de las gruesas paredes, pero estaba tan débil que no podía ni preguntarse dónde estaba.
Al escuchar los gritos, una joven menuda pero con curvas con el pelo ondulado negro y ojos avellana se acercó a él para ofrecerle agua.
- Laird Hamilton, debe de tranquilizarse, no es bueno para sus heridas.- le dijo mientras el sediento Alistair bebía compulsivamente.
- ¿Dónde me encuentro? - pregunto desorientado.
- En Blackness.- le sujetaba la nuca.- Tiene una herida en el lateral la cual estoy tratando de curar. Lleva más de dos semanas en cama con fiebre muy alta.
- ¿Dónde está el hombre que me ha acompañado cada noche? .- la chica miró extrañada a su alrededor.
- Solo hay un hombre y está en cama como usted y no creo que haya venido hacerle compañía porque hace dos días comenzó a levantarse.- apoyaba su mano en el pecho de este para que se intentará tranquilizar.
- Alba, mi mujer, ella...
- Si, está embarazada y esperándolo, le corto. Lo dice en sueños una y otra vez.- le sonrió.- Ahora que por fin ha despertado, la recuperación será más rápida y podrá volver a su lado. Me facilitará el trabajo.
- ¿Curandera? .- pregunto sin fuerza y ella asintió.- ¿Qué pasó? .- preguntaba confundido.- No recuerdo nada.
- Alexander McCalahan contrató un sicario.- le informo un hombre apoyado sobre una muleta.
- Evan Freaser, vuelve a tu camastro antes de que me enfade.- le advirtió con voz autoritaria.- . No puedes llevar tantas horas de pie, se puede abrir la herida nuevamente.- le aconsejo con preocupación la chica que los estaba cuidando.
- Dios, como me pone cuando se pone así de mandona.- se dirigió a Alistair como si ella no estuviera allí delante.- Sabes perfectamente que desde que desperté y te vi a mi lado cuidándome, haría cualquier cosa que me dejara más tiempo a tu lado.
- Como todos los hombres- puso los ojos en blanco.- Promesas hasta haberla metido.- le tiró un trapo que acababa de mojar.- Eres un zalamero.- dijo ella en su idioma natal.
- ¿Un que?. ¿Acaba de insultarme? .- abrió los ojos como platos preguntando a Alistair.
- Solo te ha llamado galán, o como diría mi mujer, fantasma.- comenzó a toser y la curandera le ayudó a enderezarse.
- ¿Sabe mi idioma? .- pregunto en este y el asintió.
- Mi mujer es española y me recuerda mucho a ella. Tiene una fuerza que se nota estando cerca.- le contestó en susurros en español para que Evan no les entendiera.
- Pues entonces Laird Hamilton, debería de recuperarse pronto para que yo pueda conocer a esa fuerza española.- sonrió mientras le colocaba un paño frío para bajar la fiebre.
- ¿De verdad, no ha estado en mi cama ningún hombre haciéndome compañía? .- insistió de nuevo ahora en inglés.
- ¿Era guapo? .- pregunto curiosa.
- Si te gustan los hombres.- se movió y se quejó por el dolor que le causaba la herida que tenía en el lateral.
- Mira si me gustan, que estoy empezando a sentir algo por el borrego ese que hay ahí.- señalo a Evan y ambos rieron.
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Tú eres Alba
RomansaDespués de casarse con su amor platónico todo cambia de la noche a la mañana y no le apetece que nadie mas ocupe su lugar. En un breve espacio tiempo conoce a dos hombres que le atraerán, pero ¿Alguno de ellos podrá hacerle olvidar a su primer amor...