CAPÍTULO 32

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- Se puede saber qué haces aquí arriba, en camisón y descalza.- sonó enfadado tras ella.- Cualquier marinero puede verte. ¡Esto no es admisible para una dama!.- ahora su voz era de derrota.

- De verdad crees que esto no es admisible.- movió galantemente su mano de arriba a bajo mostrando la capa que cubría su cuerpo.- No me puede creer que lo digas en serio, no te imaginaba como un hombre de las cavernas.- resoplo dándole la espalda de nuevo.

- ¿Cavernas???, pero qué estás diciendo mujer.- le cogió del brazo.- ¿Estás helada, quieres caer enferma? .- dulcifico la voz.

- Te aseguro que no tengo frio, tengo la capa sobre los hombros, nadie puede ver lo que llevo puesto debajo, nadie excepto tú.- se puso de puntillas y le dio un tierno beso sobre los labios.

- Vale, pero estás helada, vamos adentro, te vistes y desayunamos.- tiró de ella hacia el interior del barco.


Alistair le llevó el desayuno al camarote, desde que salieron del castillo el apetito de Alba se había acrecentado y parecía que sus mareos y vómitos habían cesado. Estaba disfrutando de la felicidad que irradiaba en esos momentos. <<a que se debía ese cambio>>.

- ¿Tanto te gusta el mar? .- le preguntó mientras dejaba la bandeja del desayuno sobre la cama.

- Uff, no sabes cuanto, en otra vida debí de ser una sirena o un pez.- Alba cogió una manzana y se la empezó a comer.

- Sinceramente no te veo como una sirena, tu eres mas bella.- acarició su mejilla.

- Señor, ¿me está cortejando? .- preguntó con picardía.- Le recuerdo que estamos muy casados y no tiene que halagarme para llevarme a la cama.- Alba posó la mano sobre el colchón y le dio varios golpes para que se sentara junto a ella.

- No me tientes que tengo ganas de ti, siempre tengo ganas de ti, pero hay muchas personas en el barco, no están sordos y aunque lo estuvieran, estamos ya en el puerto.- abrió la puerta del camarote y antes de salir de este, se giró, la miró con un brillo en los ojos que transmitía su deseo y le dijo con voz ronca.- Juro que cuando lleguemos a nuestra cama, no sales hasta mañana.- y cerró dejando sola a su mujer formando una o en la boca a causa de su sexy confesión.


Alba llevaba la capa en las manos e iba con el vestido de hilo blanco con millones de flores y falda verde con ese gran cinturón marrón que ceñía su cintura y disimulaba su casi abultada tripa, el aire del mar movía su melena, esa brisa la hacia bailar al son de las olas.

- Primo.- gritó con entusiasmo Bryson cogiendo el antebrazo de este y posteriormente lo abrazó.- ¿El viaje, bien?.

- Perfecto, cerramos los cinco tratos con el barco.- le dijo separándose de él.

- Veo que no venís solos. Por cierto, ¿Dónde está Alba? .- miro por encima del hombro de Alistair buscándola y sus ojos se pararon en una conocida silueta.

Alba estaba a unos metros de espaldas a estos dos, hablando con Mary y sus hijas, le estaban contando las ideas que habían tenido en el barco para unos vestidos y estaba encantada de que contaran con ella.

Con el vestido que llevaba sus curvas estaban más acentuadas. El cinturón dibujaba su cintura y la falda moldeaba sus caderas, su melena suelta y salvaje tenia vida propia, en ese mismo momento desprendía tanta paz como el mismo mar.

- Te juro que como sigas babeando por mi mujer tan descaradamente te mato.- le advirtió Alistair cuando fijó la mirada en ella.- ¡Cierra la boca por dios!!!.

- Pero, vestida así, no parece ella. Te juro que como le hagas daño no te lo perdono.- le miró fijamente a los ojos y añadió.- Sabes que eres afortunado, ¿verdad? .- Alistair asintió y le dio varios golpes en la espalda.

Tú eres AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora