- Buenos días esposa mía.- dijo Alistair besando suavemente sus labios.
- Buenos días esposo mío.- sonrió ella.- Me duelen las piernas, los brazos, las inglés y....
- Pues van a seguir doliéndote.- le cortó.- ¿No me dijiste que no era capaz de tenerte así durante una semana? .- Alba levantó una ceja.- Es más, me llamaste... - lo pensó y puso cara seria.- Ah sí, fantasma.- dejo un río de besos por su estómago.
- Vale, veo que puedes con eso y con más. ¡Ah!!!.- gimió al llegar al centro de su deseo y le cogió del pelo.
Alistair empezó a lamerle, haciendo que ella se despertara por el deseo y la pasión y no porque el sol había hecho acto de presencia momentos antes, Alistair iba a demostrar que podía tenerla a su merced durante una semana y no había mejor sonido en el mundo que el de Alba cada vez que gemía una y otra vez.
- Te voy hacer mía cada día, quiero cerrar los ojos después de haberte oído gemir, gritar mi nombre y dormir dichoso- se acostó sobre ella y la penetró de una sola vez.
- Si, sigue. Por favor no pares amor.- pedía entre gemidos.
- Te dije una semana, llevamos cinco días y sigo necesitando de ti. No me sació.- salía y entraba sin dejarla descansar.- Dime qué te gusta.- ella solo podía gemir.- Dime que te gusta.- fue más fuerte y brusco.
- Si, me gusta y quiero más.
- ¿De quién eres? .- gruñó.
- Tuya.- pudo decir con voz cortada a causa del placer que sentía.
- Mía, solo mía.- gruñó mientras se vaciaba dentro de ella una vez más.
Alba sentía como su cuerpo comenzaba a convulsionar y sintió como se iba llena de placer justo después que Alistair, sus respiración era acelerada y sus piernas temblaban por lo que acababa de sentir.
Hacía cinco días que se encerraron en su habitación y no habían salido de ella para nada.
La promesa de tenerla así días antes de la boda se había convertido en realidad, a veces pensaba que era un castigo, pero no, no lo sentía como tal ya que el premio siempre era sentir placer y acabar con un nuevo orgasmo.
Desde que se dieron el sí quiero no se habían separado, Alistair le quería demostrar que si él decía que podía estar una vida entera entre sus piernas lo haría y Alba dichosa y llena de amor, se dejó hacer.
- Vas acabar conmigo.- se acurrucó en su pecho prestando atención al acelerado corazón.
- ¡¿De verdad te duele el cuerpo'!.- dijo preocupado y Alba le besó el pecho y se incorporó para mirarle a los ojos.
- Palos a gusto no duelen y dios... El sexo contigo es.- la callo devorando sus labios y sus manos volvieron a su cuerpo.
- Te juro que si no tuviera hambre lo volvería hacer otra vez enana, pero necesito comer algo, ¿tú no? .- salió de la cama desnudo dirección a la puerta.
Alba recorrió cada trozo de su piel con su mirada lasciva, su musculoso cuerpo, su seguridad al moverse, el era tan sexi que sin darse cuenta se mordía el labio, arqueó una ceja y se le escapó una pícara sonrisa tras un suspiro ahogado.
Alistair abrió la puerta de la habitación y cogiendo la bandeja que estaba afuera, cerró con un movimiento de cadera. Al ver la cara de deseo de ella le dijo con voz ronca y cargada.
- Deja de mirarme así. Te juro que si no necesitará reponerme ahora mismo estaría sobre ti haciéndote gemir de nuevo.- Alba se ruborizó y él dejó la bandeja sobre la cama.- Come, tenemos que reponernos.- Alba se incorporó y empezaron a comer.
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Tú eres Alba
RomantikDespués de casarse con su amor platónico todo cambia de la noche a la mañana y no le apetece que nadie mas ocupe su lugar. En un breve espacio tiempo conoce a dos hombres que le atraerán, pero ¿Alguno de ellos podrá hacerle olvidar a su primer amor...