SO: sobre hielo [borrador]

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N/A: Hola, les comento que estoy es una ADVERTENCIA: este capitulo tiene la perdida de un ser querido, y les aviso por si no quieren leerlo. No es explicito, pero de todos modos les aviso. 

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CAPÍTULO 15 UNA DESPEDIDA

Eira

Me acordaba que después de aquella competencias que habíamos ganado, lo único que yo pensaba de camino al hospital era:

"Tendremos que ir al hospital". "Tu padre ha tenido un accidente".

Estaba en un transe, analizando las dos frases que estaban en mi mente. Lo único que veía era el paisaje: autos, casas, árboles; autos, casas, árboles; autos, casas, arboles.

No sabia cuanto tiempo había transcurrido pero al fin habíamos llegamos al hospital. No me espere a que se bajaran ellos, en cuanto escuché que el motor se apagó abrí la puerta y entré corriendo al hospital en busca de mi madre.

—Niña, no puede correr—me regañó un doctor al cual ignoré.

Seguí buscando hasta que la encontré al final de un pasillo. Una doctora se había acercado a ella a explicarle algo que no entendía, pero al ver a que mi madre había empezado a llorar y a gritar, lo supe. No era necesario que me explicara, ya sabía lo que eso significaba.

Mi abuela —que se encontraba a su lado—, también había empezado a llorar mientras se abrazaban para darse apoyo.

No. No. No.

—Esto debe de ser una broma. Esto es una pesadilla, tengo que despertar de ella.—Me repetía una y otra vez.

Empecé a pellizcarme para poder despertar de este sueño horrendo. Lo único que había ocasionado fue lastimarme.

No. No. No.

Esto no puede estar pasando.

Empecé a hiperventilar sin saber que hacer, me estaba dando un ataque. Comencé a caminar lentamente hasta donde se encuentra mi madre junto con mi abuela, a cada paso que daba más deseaba que esto fuera un sueño amargo.

—¿Madre?

—Eira, hija.—Me atrajo hacia su pecho mientras seguía llorando descontroladamente.

—Dime...dime que no es cierto. Yo...No puede ser verdad.—Como seguía hiperventilando, no podía hablar sin que se me cortara la voz, a su vez las ganas de llorar que tenía me lo impedía.

—Tu padre...

Se rompió otra vez en lágrimas.

—Yo...ya no tendré...