SO: sobre hielo [borrador]

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CAPÍTULO 40: YO SOLO OBEDEZCO TUS ORDENES.

Aspen

¿A dónde puedo llevar o que debo hacer para que la persona con la que estoy intentando ver si funcionamos disfrute de nuestro día juntos?

Esa era la pregunta que estuvo en mi mente durante varios días. Hasta que por fin se me ha ocurrido que lo mejor que puedo hacer es un picnic. Prácticamente estuve preparando todo lo que comeríamos, porque una de las actividades favoritas de Eira es comer.

Además, la quiero llevar a mi lugar favorito. Ese que encontré un día —sin querer— que quería despejarme y el destino me unió a él. Ahora quiero compartirlo con una de las personas importantes para mi, Eira.

¿Es muy intenso que quiera decirle que le enseñaré mi lugar?

No quiero volver a ser así. Tengo miedo de darlo todo y al final no recibir ni la mitad de lo que ofrezco. Tengo miedo de lanzarme al abismo del amor y no tener un paracaídas que aliviane la caída. De hecho, no le he comentado nada a Eira, pero he empezado a ir con la doctora Monique. Necesito desahogarme, eso de no confiar en que soy suficiente para alguien no esta bien.

Me encuentro en el auto esperando a que Eira llegue a nuestro punto de encuentro. Cuando la veo —después de un rato— sonrio. Trae un vestido floreado.

—Hola—saluda con un beso en mi cachete cuando sube al auto.

—Hola, ¿lista para hoy?

Asiente enseñándome su mochila, donde —supongo— trae la ropa que se pondrá después en la fiesta de Jackie.

—¿A dónde iremos?

—Ya lo veras.

Sonrio y enciendo el auto.

La dejo conectar su teléfono para que escoja que quiere escuchar durante nuestro camino. Y como buena fan de One Direction, ha puesto sus canciones y las que tienen los integrantes como solistas ahora que ya se separó la banda.

—I don't care what people say when we're together.—Empieza a cantar al ritmo de una de las canciones de One direction—. You know I wanna be the one to hold you when you sleep.—Si la volteo a ver, la sorprenderé observándome. — I just want it to be you and I forever.

Sonrio.

—Que bonita voz, ¿quién diría que además de patinar sabes cantar?

—Ya.--Me da un mueve el hombro.

Tomo su mano —despegando un mili-segundo mi mirada de la carretera— y le doy un beso.

—¿Quién diría que con esta linda manita me andas lastimado, eh?

Se ríe.

—Si solo te he empujado un poquito.

Niego.