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CAPÍTULO 27: ¿POR QUÉ SIEMPRE TERMINO SIENDO SU CONEJILLO DE INDIAS?

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CAPÍTULO 27: ¿POR QUÉ SIEMPRE TERMINO SIENDO SU CONEJILLO DE INDIAS?

Eira

Noviembre se fue volando, y con él se fueron también mis inseguridades con el patinaje. Este mes que acaba de pasar ha sido un buen mes, si bien no todos los entrenamientos salieron excelentes se puede decir que la mayoría salieron bien.

Sin embargo, la primera semana de Diciembre no fue la mejor para mi. Bueno, para mi madre. Es por eso que había hablado con la entrenadora para explicarle que debía ausentarme unos días. El día que vi a Aspen, nada iba bien, pero claro que no se lo dije.

Y es que resulta, que a mi madre le ha dado nostalgia porque fue el aniversario de su boda con mi padre. Si bien ya han pasado varios años desde la muerte de mi padre, este año le ha afectado más su ausencia. Y más porque se supone que se habían prometido celebrar su boda de plata, que viene siendo una tradición que consiste en "casarse" otra vez al cumplir veinticinco años de casado. Es por eso que mejor había decidido comentarle a Tina sobre mi situación, y lo había comprendido perfectamente —cosa que agradezco—.

Así que después de una semana de descanso estamos de vuelta entrenando. Y mi cuerpo lo resiente.

—¿Irás a la fiesta de fin de año?--pregunta Aspen.

—Probablemente.

Cada año los del club de patinaje organizan una fiesta de fin de año —sin adultos—. Donde hacen varias actividades para reforzar la amistad o eso me ha dicho Aspen. Se ha convertido como una especie de tradición, ya que no solo celebran el año nuevo sino también es como un ritual —por así decirlo— para que nos vaya bien durante el Campeonato Nacional que es en Enero —que está a la vuelta de la esquina—.

—Se que faltan varios días pero podemos ir juntos—dice—, bueno no juntos, eh...me refiero a ya sabes—trata de explicar.

Aguanto mis ganas de reír.

—La verdad es que no sé.

—Me refiero a que...podemos ir juntos, no juntos juntos pero juntos.

Me rio.

—Claro que acepto tu raite—termino de abrocharme la agujeta del patín y me incorporo jalando a Aspen de su pantalón—. Aunque debes prometerme que me vas a cuidar.

—¿A cuidar?

Asiento.

—Por si decido tomar—comento—, el alcohol y yo no tenemos una muy buena relación.

Tampoco ha sido una muy buena experiencia. Y es que en mis años oscuros —como yo los llamo— me convertí en alguien que nunca creí que iba a ser. Esa Eira y yo ni nos topamos. En México conocí a mi alter ego, y no de una muy bonita manera que digamos.

—No sabía que tomabas.

Ni tampoco sabes que fumaba. Muchas cosas hice durante mis años en México.

SO: sobre hielo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora