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CAPÍTULO 36: ¿PUEDO ACOSTARME CONTIGO?

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CAPÍTULO 36: ¿PUEDO ACOSTARME CONTIGO?

Aspen

Verifico que el lugar al que he llegado es el mismo que mi hermana me ha mandado. Entro al comprobar —por onceava vez— que si es aquí. La entrada es un corredor largo y al final de esta hay una sala donde hay cojines en lugar de sillas y un lienzo blanco junto a ellas.

Se supone que mi hermana ha pagado un curso de pintura, al cual no ha podido asistir hoy y me ha comentado que si no mandaba a alguien le iban a cancelar la suscripción o algo así.

Cuando visualizo toda la sala me doy cuenta que solo hay un lugar junto a una chica que me está dando la espalda, así que termino dirigiéndome a el.

—Buenas tardes—saludo mientras me siento en el cojín.

—¿Qué haces aquí?

Volteo y veo a Eira.

—Vengo a la clase de pintura.

—¿Y Camelia?

No es por ser mala persona, pero no es la persona que ahorita quiero ver. No porque esté enojado o molesto con ella, pero desde que ha sucedido lo de mi intento de besarla he estado molesto conmigo. Uno porque no me atreví a decirle que en realidad sí tenía —sigo teniendo— ganas de besarla; y dos, desde ese día he estado confuso.

—Me ha comentado que le surgió algo y me ha mandado a mi para que no pierda la suscripción del taller.

—¿De qué hablas?—pregunta confundida—, sabes que olvídalo, no me interesa.

Creo que mi hermana no le ha avisado a Eira que no iba a poder venir.

La clase del taller empieza cuando la instructora nos da la bienvenida y comenta que en esta actividad tenemos que dibujar lo que la otra persona nos hace sentir. Lo que no entiendo es que porque si esto es un taller, no me están explicando las técnicas básicas de la pintura o que se yo.

Tomo un pincel y empiezo a pintar el lienzo de color azul, la idea es hacer un degradado de azul o al menos intentar hacer uno. Ya después tendré que pensar que debo de dibujar.

Mientras estoy terminando el intento de degradado escucho a Eira frustrarse.

—Oye, que no tienes que pensarlo tanto—bromeo.

—Al parecer si.

Veo como toma un pincel y empieza a pintar de negro el lienzo. Si yo fuera el lienzo de ella, ya estuviera pidiendo un descanso por la brusquedad en la que está pintando.

—Deja de mirarme—se queja.

No lo puedo evitar. Gracias a mis conflictos internos de ¿por qué me he decepcionado mucho de no besar a Eira?, me he quedado mirándola tal vez para ver si por verla me caerá la respuesta del cielo.

SO: sobre hielo [borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora