Susurro nocturno

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Simon resultó ser un chico interesante para Roxanne.

En toda su vida, los chicos que conocía solo se le habían acercado para cortejarla sin éxito, propuestas indecorosas, o para acercarse a alguna de sus primas, pero Simon resultó ser diferente a todos esos "simios precoces" -como les suele describir a sus anteriores relaciones fallidas-, después de su encuentro se le ofreció a ayudarla a elegir una de las clases particulares, detallando lo que podía sacar de cualquier opción, además de descubrir que van en las mismas clases antes de las cuatro, aprovechando eso él decidió ayudarla con el estudio (aunque eso no era necesario ya que ella llevaba ahí bastante tiempo). La razón por la que él había entrado a Almawtu fue por su abuela y su fascinación por el mundo oculto, se habían mudado a la isla cuando tenía cinco años, tiene una hermana y no sabía en absoluto algo de su padre.

Sobre su madre no había hablado, cosa que le parecía extraña en un chico de carisma, pero tampoco quiso intervenir, después de todo solo lo conocería por un ciclo académico y después sería una persona más en su memoria, aún con eso le agradaba mucho su forma de ser, eran pocos los que realmente querían acercarse a ella sin ninguna mala intención, así que se permitió un amigo para evitar la soledad.

—¿Y tú qué opinas o piensas de estar aquí? —le preguntaba el joven.

—Sinceramente —respondía ella un poco pensativa—, me aburre la rutina, te sorprenderías si te dijera algo de mi estilo de vida.

—Suenas algo disgustada con eso, ¿tan malo es?

—Diría que cada día me es el mismo que el anterior, con la misma exactitud.

—¿Es como una prisión donde el tiempo y el espacio fueran una sola cosa?

—Algo por el estilo, si.

—Deberías buscar una alternativa a esa rutina. Sé que no suena nada genial como respuesta, pero podrías inventarte una actividad para marcar tus días como diferentes. Una clase curricular, pintar, cantar, dibujar...

Sus conversaciones eran ya algo nuevo en su vida escolar, además que el chico transmitía una gentileza que le recordaba a su padre y había calmado la sensación de soledad al no tener a alguien de su familia cerca, alguien que la hiciera sentirse comprendida en cierto modo, y eso le gustó de Simon, y así transcurría la primera semana con su nuevo amigo.

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Estaba en una de las habitaciones del dormitorio, una de sus compañeras roncaba mientras las demás tenían audífonos para poder descansar, pero Roxanne no podía dormir por un insomnio ocasional, de esos que le impedían descansar sin razón aparente ni podía calmar, así que se levantó sin hacer ruido, se asomó por la puerta caminando silenciosamente y logrando encontrar el rincón que ella y sus familiares transitaban para salir a la azotea del edificio cuando quisieran. Una vez fuera contempló la vista, la luna brillaba solitaria pese a haber estrellas, nada cambiaba ni en el cielo ni en el santuario, pareciera que veía la misma pintura gris de todo el internado, con las almas caminando a través de los pasillos.

Sacó el regalo que su primo había traído y con ayuda de un conjuro de luz pudo contemplarlo mejor, aquel brazalete llevaba perlas con símbolos que definían una palabra: "agua", "arena", "melodía", y otras más que se sobreponían sin un orden exacto, habían de diferentes tamaños y colores diferentes, aunque desconocía el porqué se encontraban así. Se lo colocó y lo miró bajo la luz de la luna, y pareciera que las cuentas reflejaban su brillo, hasta que emitieron el suyo con una leve intensidad.

Entonces su brillo se convirtió en uno solo, su destello ahora era oscuro, un azul intenso, y de repente se escuchaban como cascabeles sin moverse en absoluto, una nube densa emergió en el lugar y tras un momento le pareció ver el brillo de los ojos de un gato, a excepción de que eran enormes y la pupila era muchísimo más fina; el humo se desvaneció, dejando en su lugar la silueta fantasmal de quien se supone era un hombre alto, joven y de traje antiguo, con un par de cuernos decorados con una gema colgante y los ojos brillantes de dragón. De pronto y en medio de sus pensamientos comenzó a escuchar murmullos, en un principio poco entendibles, y a medida que volteaba para buscar a los hablantes, entendió que aquello eran las voces de los espíritus, al fin podía escucharlos y su pulso se aceleró.

—Hija de Leónidas —"habló" el espectro frente a ella—, me presento ante ti. Soy Sombra, paruka de Nayim.

Roxanne no podía dar crédito a sus ojos ni a sus oídos, le parecía estar soñando o estar alucinando, hizo una torpe reverencia y el espíritu prosiguió.

—Portas contigo el mapa de sellos, llevas en práctica artes para tratar con las animas, tu antecesor fue en su tiempo servidor y guerrero espiritual de los dioses. Dime ahora tú, ¿Estás dispuesta a ofrecer tu servicio, tu vida, para ayudar a las almas a encontrar el descanso eterno, y proteger a los vivos de sus actos?

Los murmullos ahora se escuchaban como gritos, ponían de nervios a la joven cuya mente no podía procesar todo el momento y pronto se sintió mal, estaba mareada, su piel erizada y su corazón a punto de estallar, a donde volteara la imagen del espíritu la seguía, le dio vueltas la cabeza, y cayó inconsciente.

🌸💮💮💮🌸

Despertó en la habitación, había amanecido y había una enfermera a su lado.

—Es un milagro que hayas despertado —le contó mientras la revisaba—, tus compañeras intentaron levantarte, estabas sudando frío y tú temperatura era casi igual de helada, además de que tu pulso era muy débil.

No sabía cómo, pero aquel ente la había regresado al lugar, y estuvo a punto de preguntar cómo la habían encontrado, hasta que otra enfermera entró y la revisó, ignorando por completo a su compañera.

—Aún estás helada, pero tu pulso ya está mejorando. Tus compañeras gritaban creyendo que habías muerto y te trajeron con esfuerzos.

—Eso también lo dijo la otra enfermera.

—¿Cuál otra enfermera? Solo estoy yo.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora