Calderas y pesadillas

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Cuando vieron lo ocurrido en el internado se alarmaron.

Las ánimas se separaban lentamente de sus cuerpos y eran rodeadas por las pesadillas, después de transformarse intentó ahuyentarlas pero daban poco resultado, y estuvo buscando al brujo por todos lados.

—De nada sirve seguir a las almas, solo se están desprendiendo de sus cuerpos.

—¿Dónde se puede ocultar un brujo para no ser encontrado?

—No tiene un muñeco, salió de su cáliz, no sé dónde puede estar.

En ese momento dos de los loa pasaron frente a ellas, parecían exaltados y corrían rumbo alas calderas, uno de ellos cargaba a otro, el cuál estaba roto y aparentemente sin esencia.

—¿Los seguimos?

—Tú quédate aquí Olive. Simon debe estar en algún lugar y no quiero que Jinamizi los lastime.

—¿Y si se aparece donde estamos?

Alzul le  calma y la aleja del lugar, llevándola a un aula solitaria.

—Realmente necesito que estén a salvo. Un espíritu como Jinamizi puede hacerles un daño irreparable.

En ese momento, Simon entra y se encuentra nervioso.

—Zabluda no deja de perseguirme.

—¿Otra vez? ¿Y dónde está?

Antes de responder, la aamusan roja aparece detrás del chico y se encuentra molesta.

—¿No ves que ya es tarde? Jinamizi ya está absorbiendo las almas.

—Solo llevo a estos chicos a un lugar seguro, Jinamizi está en las calderas, iré tras él.

—¿Ella también sabe de esto?

—¿Cómo crees? Sólo es una estudiante más. Te pido que por favor los dejes en paz.

—Espero que estés siendo honesta.

Alzul no siguió discutiendo y se fue en dirección hacia el brujo, de la tubería emanaban fugas diminutas y al fondo se escuchó la risa malévola, apenas estaba adentrándose cuando escuchó unos pasos corriendo hacia el lugar, se preparó para un ataque, sin embargo solo vio a sus amigos seguidos de Zabluda.

—¿Qué están haciendo?

—El chico puede venir —intentó defenderse la aamusan—, ella lo anduvo siguiendo.

—El fantasma nos obligó, —intervino Olive molesta—claramente cuando dijiste que no nos moviéramos, solo traía a mi amigo de regreso al salón.

—Zabluda, por favor, si me meto en problemas va a ser tú culpa.

—Eso te pasa por no atraparlo antes de que yo llegara.

Simon y Olive intentaron alejarse de la discusión, de no ser por una sombra que les bloqueó el paso, no era Jinamizi, pero la figura lo imitó a la perfección.

—Bienvenida de nuevo, Zabluda.

Antes de reaccionar ante el ataque, Alzul la derriba y recibe el conjuro, después la sombra desapareció golpeando los ductos y todo se había vuelto oscuro.

—¿Están todos bien? —pregunta Olive nerviosa.

—No seas ingenua —corrió Zabluda a auxiliar a la guerrera—. Alzul, ¿estás bien?

La joven se levanta con pesadez, a la vez que sus amigos notaron el borboteo de emociones.

—Tranquila —dijo tratando de calmarse y con la respiración entrecortante—, estoy bien. Sólo no debo pensar en algo espeluznante.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora