Un Espejo

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Era media noche, o eso parecía... En realidad solo había oscuridad.

Sombra estaba ahí, sólo, meditando sobre la nueva guerrera fantasma de la que se haría cargo; aquel sitio era aparentemente solitario y tranquilo, donde las paruka se reunían para las nuevas y las tragedias.

Aún recordaba la última vez que vio a sus hermanos, aquel momento se sintió llorar, y pese a buscar el alma del anterior aamusan del dragón nunca se le vio de nuevo, acabando en el Limbo junto a su amiga, la aamusan de Luz.

Estaba en sus propios pensamientos internos, en absoluto silencio dado que aquel lugar reflejaba todo lo que ellos tenían en su cabeza, cuando una voz lo llama y lo saca de su realidad.

—Hermano Sombra, ¿Cuánto tiempo?

Aquella voz sonaba como un eco silencioso, apareció de repente quien parecía ser un joven de aspecto poco arreglado pero sin ser desaliñado, junto a una joven vestida de un traje de combate rojo que le cubría por completo.

—Hermano Ilusión, un gusto verte de nuevo. Aamusan Zabluda, igualmente un gusto saludarte nuevamente.

—El honor es mío —dijo la joven haciendo una reverencia.

—¿Han llegado Luz y Pensamiento?

—Aún no, solo nosotros. Me supongo que Luz llegará tarde, él y su aamusan son los únicos que resguardan su santuario.

—Insisto que debe conseguir aprendices o un guerrero Sehrgar. La carga sería menor.

—¿En serio creen que Luz acepte la sugerencia? —habló una voz de fondo, un hombre alto y de aspecto severo, junto a un caballero de traje esmeralda.

Los demás chicos hacen una reverencia, mientras las paruka tomaban formas fantásticas: una quimera, un wakinyan y un dragón.

—Luz ha sido el más empático de nosotros, ha adoptado al niño que su anterior aamusan dejó.

—No puedes culparlo —interrumpió Ilusión—, solo eran la madre y el niño. No sabes por lo que pudieron haber pasado.

—Además —intervino Sombra—, tanto Lillian como Leónidas terminaron en el Limbo para evitar que "él" se saliera con la suya.

—Y eso te despojó de tu aamusan —escupió el wakinyan.

Hubo un silencio incómodo entre ellos, Pensamiento y Sombra no solían llevarse del todo bien, pero no sé odiaban ni se despreciaban, eran más como los hermanos que siempre se pelean sin causa alguna. En ese momento, un unicornio y un chico de traje blanco aparecieron en aquella reunión.

—Me disculpo por la demora.

—No hace falta que te disculpes, hermano Luz, no empezaríamos la reunión sin ustedes.

—Y en verdad les agradezco.

—Ya que estamos aquí reunidos —prosiguió Sombra seriamente—, creo que es momento para explicarles porqué los mandé llamar.

—Adelante —dijo Pensamiento.

—Hace un día, en el santuario de Almawtu, hubo una ruptura de sello menor.

—Supongo que la familia logró retenerlo de nuevo con los zapisi.

—Esta vez no fueron ellos.

—¿Pero cómo pudieron hacerlo sin los poderes espectro? —preguntó Ilusión sin entender.

—Es a lo que quiero llegar si me dejan hablar...

—Un sello, forzosamente, debe ser sellado por un aamusan.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora