Plumas de amenaza

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Las vacaciones terminaron el diez de enero.

Eran al menos las dos de la mañana, estaba en su dormitorio cuando alguien la sacudió.

—Roxxy... Roxxy...

Olive estaba a los pies de la litera, estaba agitada y sudaba frío.

—Olive... Aún es temprano... —respondió la joven con un bostezo.

—Creo que tuve una visión.

—Me la cuentas mañana...

—Es de vida o muerte, un sitio de mucha oscuridad.

—Uh... No, no recuerdo...

—Sombra está en peligro.

Solo así se despertó, tras haber salido de los dormitorios fueron a la biblioteca, donde Roxanne llamó a la paruka.

—¿Cómo dices que sucedió?

—No estoy segura, primero vi el lugar, todo estaba oscuro, y después vi a Sombra peleando con un águila gigante.

—No creo que sea un águila, debe ser Pensamiento.

—¿Pensamiento?

—La paruka de América, el wakinyan, ave del trueno...

—Ah, pues algo así. El punto es que estaba muy herido.

—Pues debió ocurrir a penas, no responde a mi llamado.

—Porque pensé que estaban durmiendo.

La paruka estaba en medio de la biblioteca, llevaba consigo al menos tres dragones pequeños y un huevo en brazos.

—Gracias al cielo —suspiró Olive tranquila.

—¿Dónde estabas? —preguntó Rox sin cambiar de actitud.

—Atendiendo a estos enanos —dijo mientras uno de los reptiles le mordía el cuerno—. ¿Ustedes qué hacen aquí?

—Olive...

—Estás en peligro, un águila gigante, o lo que sea, está por atacarte.

—¿Pensamiento?

—No sé quién sea, pero era emplumado y grande.

—¿Color de plumas?

—Doradas con cobre y plata.

—Entonces sí es él.

Alzul pronto bajó y se acercó a preguntarle, pues algo no le cuadraba.

—¿Hace cuánto que se pelearon?

—Uh... Pelear como tal, al menos hace tres mil años... No, mentira, hace dos mil trescientos noventa y cuatro años. Es la última pelea en serio que tuvimos.

—¿Y recientemente?

—Sólo se la pasa reclamando que te dejo hacer lo que te da la gana.

—... ¿Y la otra por qué fue?

—Uhm... Pues... Tal vez, sólo tal vez, le dije que cierto espíritu se veía mejor como serpiente emplumada. Se ofendió por eso, pero ya era tarde y el pobre ya no aceptaba otro nombre.

—Que exagerado.

—Entonces —dijo la joven platinada, jadeando y acercándose—, ¿antes no era un ave de trueno?

—Siempre fue una, pero algo se le subió a la cabeza y quiso cambiarlo.

—Oh... Como sea, debes tener cuidado porque se veía muy, muy enojado.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora