Una mala navidad (segunda parte: fiestas en llamas)

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—Definitivamente me colmas la paciencia.

La guerrera gruñía mientras golpeaba al espectro, a lo que Simon interviene y la detiene por detrás.

—Creo que es mejor sellarlo ahora.

—Estamos bajo su hechizo, hasta no volver al internado no podemos sellarlo.

—Esa pesadilla realmente arruina una navidad —se burló Babboggie.

La aamusan se liberó de Simon para seguir golpeando al espectro, provocando que su amigo cayera bajo otro arco de luz, esta vez aparecieron en una casa oscura, humilde y enmohecida, cuando notaron el lugar se detuvieron y la joven vuelve a presionar.

—¿Realmente te crees un fantasma miserable?

—Yo no hice nada...

—Sácanos de aquí o juro que desearás no haber roto tu sello.

—Alzul, déjalo —interfiere Simon cuando escucha murmullos.

Estaban de repente en una cocina, donde un pequeño Simon (vestido de harapos) estaba hecho un ovillo en una esquina y se cubría la cabeza, los gritos eran de una habitación a lado donde una pareja discutía y se lanzaban insultos y objetos.

—Lo siento —murmuró Olive.

—Eso fue hace mucho, tenía cuatro años.

Un hombre alto y tosco entraba a la habitación con un juguete en la mano, arrojándolo en dirección al pequeño Simon quien soltó un alarido de dolor, Roxanne vio esto y no pudo evitar transformarse, tratando en vano atacar al monstruo que tenía enfrente pues (al igual que Oli con su padre) atravesaba el cuerpo del hombre como agua.

—¿Por qué la aamusan se puso así? —pregunta Babboggie.

—No te importa, y será mejor que te ocultes si quieres evitar que te haga algo peor —sonrió Likht malicioso.

Alzul seguía lanzando golpes al aire y estuvo por golpear la pared cuando ésta cambia y se ve un lugar bastante lujoso, cosa que la desconcertó: el ambiente era aristocrático, un salón donde había mucha gente y esta vez Simon tendría por lo menos diez años, estaba sólo en una mesa mientras los demás invitados estaban bailando.

—Creo que debo volver a terapia —murmuró el joven entre ironía y pesar.

—Este lugar se ve horriblemente adornado de rosa —soltó Seamus incómodo.

—Lo es, es la mansión del padre de Claire.

En el centro del lugar estaba la madre de Simon cargando a la hermana del joven, se le veía radiante y alegre, todo iba en orden cuando aparece la abuela y trata de acercarse a la dama, Molly llevaba un traje rojo flameante y atraía miradas por los accesorios que llevaba.

—Esa señora no tiene sentido de la moda —se burló Snowman, al igual que algunos en aquella fiesta.

Los murmullos no pasaron desapercibidos, a lo que la madre de Simon se aparta de ella y le insulta.

—Vete de aquí hermana, ¿Cuándo dejarás tus ropas de payaso?

—¿Disculpa? —exclamó Molly herida.

—El show de payasos es para los niños, cuñada.

—Bien, sólo pasábamos a felicitarte, Simon y yo nos iremos.

—Te agradecería que para la próxima no trajeras a ese niño.

La señora Novak pronto se llevaba a la madre del joven y conversaron en un sitio lejano, a lo que el pequeño las sigue curioso y sin ser visto para evitar algún regaño, el Simon del presente decide acompañarlo también al igual que sus amigos, entonces escuchó su discusión.

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