Una doncella abandonada y un joven que vivió lo mismo

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Simon supo por Roxanne que la mujer nació hace más de doscientos años y era una señora de clase alta y despreciaba a los hombres que no cumplían sus estándares, entre otros detalles de su pasado.

—Debe ser frustrante que no haya quién para ser su adecuada compañía —soltó para entablar una conversación.

—En mi vida, solo habían patanes que no me podían asegurar una casa sobre mi cabeza.

—¿Por qué piensa eso?

—Ninguno de los que pretendían mi mano era realmente de buena familia, con suerte y a penas podían comer al día.

—Entonces nunca pudo casarse.

—Al contrario, estuve comprometida. Lord Kingsley, era apuesto, tenía riquezas, un excelente negociante.

—¿De verdad era un buen hombre?

—Lo era... —la dama miró al vacío por un momento, y ocultó su rostro detrás de su abanico—. Creí que era el indicado... ¡No tiene importancia!

—Un lobo en piel de cordero. ¿No es verdad?

—Así es, luego morí, y tampoco me gustó, no quise averiguar qué había más allá de todo el final, y tampoco pude ser amada de verdad. Creí que ayudando a otras podría emendar mis errores.

—Lamento mucho lo que voy a decir, pero no fue ni suficiente ni lo correcto, fue muy selectiva con sus protegidas.

—¡Eres un insolente! ¿Acaso no hay un caballero decente por aquí?

—Lo lamento mucho —se defendió el muchacho mirándola serio—, pero ya es tiempo que abra los ojos. No está buscando precisamente a un hombre de verdad, y lamentablemente está en este lugar en vano, son contados los hombres con las cualidades que busca que sean solteros.

—Entonces no sé qué hacer, si cruzo la otra vida, habrá animales iguales que me hagan daño otra vez.

El chico tuvo una corazonada cuando la dama dijo aquella frase, un sentimiento que lo había acompañado desde hace tiempo atrás, recordó la pesadilla sobre su madre, en cierto modo, tanto ella como él tenían algo en común.

—No todos los hombres son iguales, señorita. Sí, hay bestias que lastiman a la mujer que dijeron amar y derrumban familias, pero también hay hombres que nacieron para sanarlas de sus heridas.

La dama se quedó helada y callada, mientras sus amigas lo miraban desde su sitio.

—¿Crees que debamos intervenir?

—No, algo no cuadra, ya debió atacarlo a penas le dijo eso.

—Espero que no lo lastime.

La mujer bajó su abanico, su mirada era un tanto curiosa a lo que el muchacho supo que tenía toda su atención, algo dio en el clavo.

—Usted lo vio, cuando unió los sueños de todos en este lugar. Hay jóvenes que tuvieron malos padres y no sabían que eran terribles, vio a chicas que sufrieron casi lo mismo que usted... Pero no la culpo.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? La guerrera y el farsante ya me hubieran encerrado sin creerme.

—Le diré, pero primero, me gustaría hacerle unas preguntas.

Emerald dudó, si bien ya tenía algunas cosas que criticarle, el chico le despertó una cierta intriga, por lo que asintió para averiguar lo que pasaría.

—¿Cómo eran sus padres?

—Mi madre era una mujer refinada, exigía que todo fuera perfecto. Mi padre era un hombre de negocios, me daba muchos regalos.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora