La guerra de espíritus (segunda parte: Make y Nayim)

17 0 0
                                    

El kosca la buscó por todas partes, incluso trató de detectarla en un limbo de bolsillo como a su padre, pero simplemente no podía encontrarla, sospechó que quizá encontró una salida pese a haber bloqueado la grieta.

—Buen intento, hermano mayor —se burló Sombra desde su rincón—, pero ella no tiene el mismo don de su padre, simplemente puede desear desaparecer si la molestas.

—¡Cállate! Podrá desaparecer, pero también podré encontrarla como a tu guerrero.

—Inténtalo, sanguijuela.

Escuchó una voz demoniaca y sintió un fuerte desgarre en el rostro, Alzul se había acercado bastante a su cara y le había arrancado un gran trozo de carne y pelo, antes de poder aplastarla había desaparecido, fue entonces que se percató de que sus movimientos eran realmente lentos y que Majeon-SiVak había hecho un conjuro realmente fuerte.

—¡NOOOOO!

Intentó detener la constelación para recuperarse, sin embargo y conforme se acercaba se sintió cada vez más pesado, por lo que declinó y fue a atacar a los guerreros cuando todo a su alrededor se convirtió en un enorme laberinto, en una entrada vio a la aamusan jugando con el trozo de carne.

—¿Lo quieres, sabandija? ¡Entonces ven por él! 

Se adentró en el sitio y Koko la persiguió, atravesando y derribando los muros, mientras aquello ocurría, Simon le pedía a Sombra un poco de ayuda para su plan.

—¿Tienes alguna cuerda o pinchos?

—Tengo algunas escamas finas en algún rincón.

—No creo que sea buena idea.

—Niño, ¿sabías que puedes invocar objetos?

El joven se quedó callado y comprobó lo que el dragón le decía, teniendo en su mano una soga pequeña y varios alfileres.

—Genial.

—Creo que deberías aprovechar el verano para estudiar.

—¿Ya está el muñeco?

Alzul había aparecido y le entregaba la carne a su amigo, quien se apresuró a colocarlo en la vara y a darle algo de forma.

—No te esfuerces en eso, con que sea algo de ese bicho ya la hiciste.

—Vale.

—Creo que Lira dejó de tocar.

—Voy...

—Koko ya está cerca —interrumpió Likht algo nervioso.

—¡No me presionen!

El kosca había regresado y rugía bastante molesto, Alzul tomó a Simon y se lo llevó junto a Sombra para que no lo detuvieran, mientras Ilusión se transformaba y rompía la jaula donde estaban, liberando a sus hermanos que también habían adquirido sus verdaderas formas.

—Hasta aquí llegaste, Koko. 

—¡No voy a detenerme! Seguro esa mocosa te dio a tragar mi cara.

—Puaj, estaba horrible.

—¡INSOLENTE!

El kosca estuvo a punto de decapitarlo de no ser por un trueno que impactó en su dirección, Pensamiento y Gedank hacían de las suyas y Luz le dio una estocada con su cuerno astillado, provocándole un dolor molesto que los aamusan aprovecharon para su combate; Majeon-lly decidió mantener a la constelación para ganar ventaja, siendo protegida por Zabluda que liberaba a más espíritus loa. En una encrucijada y al caer de su paruka, Tonatiuh se acerca a Likht porque no veía al resto de sus amigos, y él era el único que les hablaba.

—¿Dónde están Sombra, SiVak y Alzul?

—La buena noticia, es que saben cómo detenerlo.

—¿Y la mala?

—No lo sé, a parte de que están tardando.

Koko lanzó una ráfaga aún más poderosa que los retuvo a la mayoría por los suelos, y uno a uno fue provocando una herida grave con tal de que no pudieran continuar luchando.

—He estado aquí —gruñía lleno de rabia—, sintiendo cada maldito y miserable día, de cada año, ¡de cada milenio que estuve atrapado! No crean que porque ahora son más escurridizos los dejaré ir.

—Basta de tus tonterías —rugió Pensamiento mientras lanzaba un rayo potente.

—¡AAAGGH! Pagarán por esto...

La entidad extendió un brazo con la intención de atravesar al wakinyan, antes de siquiera poder tocarlo se detuvo en seco, y los demás se prepararon para lo peor, Koko bajó el brazo y se tiró al suelo sin saber qué ocurría con su cuerpo, un charco oscuro lo atraía mientras cientos de cadenas lo sujetaron firmemente, fue entonces que su cuello fue atravesado por una cuchilla al rojo vivo y rodó por el suelo; SiVak tenía en su mano el muñeco del kosca y con algunos alfileres había logrado paralizarlo, mientras que su amiga había decapitado a la entidad gracias al dragón que lo retuvo.

—¡¿Cómo fue posible?!

—Hasta aquí llegaron tus atrocidades —sonrió Simon.

—¡NO PUEDE SER! ¡ESTO NO PUEDE SER! ¡Debe ser un maldito chiste! Sus antecesores tardaron años en vencerme, aún atrapados conmigo, y ustedes sólo tomaron menos que eso...

—Hermano, por favor —se reía el ave de trueno pese a sus heridas—, pareces un bebé con ese berrinche.

—¡Ustedes lo planearon desde el inicio! ¡Voy a liberarme, aunque me cueste miles de millones de años más! ¡¿Escucharon?!

Nadie había dicho nada, sin embargo pronto estaban de rodillas y una luz se asomaba detrás de Koko, dos siluetas brillantes de gran altura aparecieron y su luz iluminaba la dimensión, como si se tratara del cielo en un magnífico día soleado, al verlas el espíritu echó a llorar, reconociendo su derrota tal y como la vez anterior, esta vez sin lanzar alguna maldición puesto que lo detuvieron a tiempo.

—Padres... No es justo... —murmuró el ente de sangre—. ¿Por qué ya no tengo derecho a volver a la tierra?

Una de las deidades, Make, tomó la cabeza en la palma de su mano, y si bien le había dado una respuesta ninguno la escuchó, transcurrió un breve momento en silencio y la cabeza pronto caía en un sueño aparentemente placentero (cosa que sus expresiones dieron a entender), mientras la segunda se había acercado a los demás y su voz se escuchó como un arrullo.

—Lamentamos mucho sus pérdidas, y admiramos su valor, tengan por seguro que Koko no volverá a perturbar el equilibrio.

Majeon-Sivak extendió el conjuro con el que detuvieron al kosca, nervioso porque nunca se imaginó conocer a las deidades, y cuando Nayim la tomó con cautela pudo sentir un calor agradable.

—Bienvenido al mundo espiritual, SiVak.

Después dirigió su vista al cuerpo inerte de Olive, Sombra lo acercó mientras hacía una reverencia y la entidad colocó un fino dedo en su frente.

—Ya pueden salir —habló con una voz dulce.

Las almas de los Sehrgar salían y celebraban de por fin ser libres, lastimosamente (y la mayoría lo sabía) ya no podrían regresar hasta reencarnar, aún así lloraban felices, hasta que Kuruxalome se mostró; su expresión era distante, como la de un niño que veía a lo lejos la felicidad. Las demás almas sin embargo le sonrieron, al entender que sólo lo hizo para salvar a los demás sus compañeros lo abrazaron y perdonaron, y estuvieron por marcharse cuando el hechicero se retiró los ojos y se los dio a la joven que seguía durmiendo.

—Un obsequio, le quité toda una vida, al menos quiero compensarlo.

Nayim asintió, el hombre se desvaneció y los guerreros miraban todo con lágrimas en los ojos, Olive dio un escandaloso suspiro y por fin había vuelto a la normalidad, cosa que a sus amigos les hizo felices como para unirse en un abrazo. Las deidades se desvanecieron y las paruka estaban por sacarlos del sitio cuando notaron que tres luces aún resplandecían, no eran almas precisamente, a diferencia de los hechiceros aquellas aún tenían oportunidad de vivir.

Afterlife AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora