XXVI. El principio de relatividad (en sentido restringido)

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Taehyung irrumpió en el despacho del Dr. Choi. Era la primera vez que se olvidaba de llamar a la puerta de un profesor.

—¡Sr. Kim!

—Ah —dijo el Dr. Choi, desconcertado. Su bolígrafo de calificar se mantuvo en el aire sobre la pila de papeles en su escritorio —No, se ha equivocado de despacho, mi estimado.

—Los amigos del señor Kim, los que están de visita, son pareja—jadeó Taehyung, inclinándose hacia delante y apoyándose en una silla. Tragó aire, con los pulmones ardiendo. Se sentía mareado, ridículo y esperanzado a pesar de todas las advertencias que se había hecho a sí mismo. Y en toda la loca carrera desde el departamento de teatro hasta aquí, se había dado muchos tropezones. "Ellos son... él podría ser... podría..."

El Dr. Choi dejó la pluma. Estudió a Taehyung. Lo que encontró hizo que su rostro se suavizara y, tras un momento, le indicó que se sentara.

—¿Podría estar más disponible para ti de lo que pensabas?

—Disponible para... no. No, no para mí, aunque sea...

—Ah, ¿pero por qué no?

—Soy su estudiante —y aunque no lo fuera, la probabilidad de éxito sería nula, añadió Taehyung para sí mismo mientras se desplomaba en la silla. Se cubrió las mejillas con las manos e inhaló profundamente.

Estaba jodido. Recordó la cuidadosa forma en que el señor Kim acunaba a sus modelos de átomos, cómo se sentaba con las piernas abiertas por los muslos y cerradas por los tobillos. Le dolía la cabeza de solo pensar.

—Taehyung —dijo el Dr. Choi —Si te sientes atrapado, es sólo porque tú mismo te estás ahogando en un vaso de agua.

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