LXXXIX. Esta última afirmación no tiene por qué ser a priori

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El miércoles, tal y como se había prometido, todo fueron cielos despejados.

La cita del recién reunido club de astronomía era en el aparcamiento. Taehyung hizo la maleta para el viaje nocturno, llenando su mochila, y fingió que no tenía el estómago revuelto por los nervios. Se sorprendió cuando miró y vio a Namjoon ajustando las correas de su propia mochila.

—¿Pensé que querías sentarte a leer un libro tranquilo?

Namjoon sonrió.

—Pensé que tal vez era una noche agradable para dar un paseo, después de todo.

—Un paseo fuera de la ciudad, con un grupo de frikis.

—Eso es lo que he dicho.

Taehyung le miró durante un rato.

—Sabes —dijo, en voz baja —eres un buen amigo, Namjoon. No te lo digo con suficiente frecuencia. Por mucho que me queje de que la gente se olvide de mí, tampoco soy tan bueno en eso. Te doy por sentado, pero yo...

—Por favor —interrumpió Namjoon, girando la cabeza avergonzado —ya sabes cómo soy con ese tipo de conversaciones...

Con una incómoda inclinación de cabeza, Taehyung cortó la conversación para retomarla en otro momento. Cerró la cremallera de su mochila, metiendo en el bolsillo delantero la antología de poesía que el señor Kim le había regalado por Navidad. Por un momento pensó en volver a sacarla, pero era buena poesía y podría necesitarla. Dios, esperaba necesitarla.

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