CXXII. Geometría bidimensional desde los primeros principios

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Estaban acurrucados en los cojines del sofá, más de los que podrían necesitar para ver una película en VHS. El Sr. Kim estaba embelesado; apretaba el muslo de Taehyung de vez en cuando, sin darse cuenta realmente. El traste con palomitas de maíz estaba entre ellos, el aroma enfermizamente dulce de la mantequilla era casi demasiado para los sentidos de Taehyung, y había estado sintiendo calor, espeso y voraz, en todos los lugares en los que sus pieles se tocaban. Podía sentir la respiración del Sr. Kim, y era una agonía.

Taehyung, no lo hiciste, verdad...

—Odio esta parte —susurró el Sr. Kim —Es como... ya sabes, el conejo Trix, cómo es que nunca consigue el cereal. ¿Por qué ahuyentar a Batman?

Taehyung cerró los ojos. Sintió que el flequillo del señor Kim crujía contra su cuello.

Debería decir algo. Debería decírselo. No era que el doctor Choi no pudiera guardar un secreto. No era el fin del mundo (de ellos, de su pequeña burbuja que seguía empujando las paredes en busca de oxígeno).

—La próxima película, realmente espero que traigan a Catwoman. Probablemente tengamos que sacrificar a alguien para que suceda eso, pero...

—SeokJin —dijo Taehyung. Sintió un frío recorrer su nuca; era como si el Sr. Kim (no) necesitara digerir el ruido estático antes de escucharlo correctamente. Entonces dirigió toda su atención hacia Taehyung, radiante y curioso, y Taehyung metió los dedos en las trabillas del cinturón y le instó a acercarse, muy cerca —SeokJin —murmuró, buscando su boca, —SeokJin, Jin..

Se besaron, con más desesperación de la que Taehyung se preocupaba por explicar: las palomitas se perdían, los granos rebotaban contra la alfombra, y el señor Kim jadeaba dentro de su boca como si no pudiera encontrar suficiente densidad en el aire. Taehyung empujó su lengua profundamente contra la de él y pasó las yemas de sus dedos furiosamente contra el estómago de SeokJin. Luego subió a su camisa, la suavidad de su vientre y la fuerza de su esternón, la intimidad de rozar su pezón.

Y eso era algo que nunca había hecho con el señor Kim: apreciar su cuerpo metro a metro. Taehyung lo sintió estremecerse, lo empujó más hacia los cojines del sofá, y pensó: SeokJin.

No le habló del doctor Choi. Ese fue el primer error de Taehyung, y más tarde pensó que tal vez fuera el principio del fin.

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