XVI. Derivación sencilla de la transformación de Lorentz

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Cuando Taehyung tenía catorce años, había entrado por primera vez en una de esas casas de la risa de las ferias. Espejos con trampa, paredes deslizantes, experimentos falsos colocados en contenedores de cristal... había sido espeluznante pero interesante. Como un mundo completamente nuevo.

El apartamento del Sr. Kim le provocó exactamente lo mismo.

Ese fue el pensamiento que arribó silenciosamente por la mente de Taehyung, mientras se abrían paso hacia el interior del lugar. La llave estaba guardada con cuidado en el bolsillo de la chaqueta favorita del señor Kim, compartiendo el espacio con unos cuantos chicles sin abrir y un clip.

Taehyung aún podía sentir las exhalaciones calientes y húmedas contra su cuello, y no estaba del todo seguro de poder darse la tarea de moverse, así que sostuvo al Sr. Kim mientras el Dr. Choi encendía las luces.

No había muchas maneras de describir el apartamento del Sr. Kim.

Desordenada y abarrotada eran dos palabras que le venían a la mente.

Había libros de texto abiertos sobre la mesa y un paño de cocina sobre una de las lámparas. Tenía ballenas, y Taehyung sonrió.

—Su dormitorio está aquí —dijo el doctor Choi desde el pasillo poco iluminado.

Acompañaron al profesor por el pasillo y entraron en la habitación. Taehyung sintió que estaba entrando a un lugar prohibido, pero tampoco es como si fuera a dar un paso atrás. Pequeños detalles que nunca habría imaginado: el rojo y el azul brillantes de las sábanas del señor Kim, como el color del traje de cierto superhéroe popular; el telescopio colgado en la pared; una pila de revistas científicas con la mitad de los títulos en alemán, extendidas sobre un escritorio; y una bolsa de papas fritas a medio comer en el suelo.

Había pegado en el techo estrellas y lunas que brillaban en la oscuridad.

Taehyung pensó: "Un mundo completamente nuevo".

—Ayúdame, con cuidado —decía el doctor Choi, tirando del señor Kim en la cama.

Taehyung parpadeó una vez y luego asintió, ayudando a levantar el peso muerto sobre las sábanas. Sin preguntar, el Dr. Choi se movió para quitarle los zapatos y Taehyung, incapaz de resistirse a lo que le parecía natural, apartó el flequillo del Sr. Kim de su frente.

Los ojos marrones se abrieron lentamente y lo miraron fijamente.

Taehyung sintió que el corazón se le atascaba en la garganta.

Estaba oscuro. El señor Kim estaba borracho. La cara de Taehyung no era tan memorable. Pero por alguna razón, antes de que esas pestañas se cerraran de nuevo, Taehyung podría haber jurado que su profesor lo miró por un par de segundos más y casi sonrió.

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