XXVII. El sistema de coordenadas galileano

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—Luces como la mierda —dijo Namjoon, con sus ojos oscuros abiertos de par en par cuando Taehyung empujó la puerta de su habitación. Taehyung le dirigió una sonrisa cansada, incapaz de ofrecer mucho más en forma de consuelo.

—Estoy bien.

—Siéntate. No, no en la silla del escritorio, en la cama —unos dedos ágiles tomaron el codo de Taehyung y lo guiaron. Mientras Namjoon instaba a Taehyung a sentarse en el colchón, casi disculpándose por tomar el mando, Taehyung luchó contra el suspiro que seguía atrapado en algún lugar de su pecho. Se preguntó si realmente tenía un aspecto horrible, y qué significaba eso.

—Tae...

—Nam, ¿qué piensas de mí?

Había tomado desprevenido a su mejor amigo. Namjoon parpadeó y luego frunció el ceño con una peculiar torsión de los labios.

—Honestamente —pidió Taehyung, tranquilo pero insistente. —Como persona, ¿qué opinión tienes de mí?

Namjoon abrió la boca y luego la cerró. Se quedó pensando un rato, y Taehyung le dio ese tiempo. Cuando habló, fue muy neutral y reservado.

—Eres muy amable —dijo —Te estresas fácilmente. Indeciso, incluso cuando estás enfadado. Puedes ser muy cariñoso, pero siempre esperas que nadie lo note.

—No soy indeciso—le dijo Taehyung. —Lo era... incluso solía esconderme para evitar los problemas. Ya no más.

La mirada de Namjoon era reflexiva.

—Eso —dijo —está por verse.

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