LXIII. El teorema de la adición de velocidades empleado en la mecánica clásica

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—Um —dijo Taehyung.

Sentado en el banco, con la columna vertebral rígida y la boca en línea recta, sellada, como si pudiera soltar algo indebido, ChanYeol estaba pálido y vestía el suficiente blanco como para casi confundirse con el cielo lavado del invierno. Estaba esperando a Taehyung; se notaba en cómo sus rodillas saltaron un poco cuando el castaño salió por la puerta, como si estuviera listo para ponerse de pie.

Taehyung se sintió mal. Apretó su bolsa contra el pecho.

—Tenemos que hablar —dijo ChanYeol.

—Iba a...

—No lo hagas.

Era una petición, no una orden. Y así Taehyung le hizo caso.

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