XCVII. El campo gravitatorio de la Tierra (en su totalidad) desaparece

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Taehyung había besado a gente antes.

Recordaba a su ex, la forma en que siempre sabía a su helado derretido y al pescado que había almorzado. Seo-joon siempre había estado dispuesto a dejarle explorar a su ritmo, pero nunca flaqueaba, siempre estaba seguro de lo que hacía y experimentaba. Taehyung solía envidiar eso. El sexo había sido agradablemente divertido, pero nunca sintió que tuviera el control de lo que sucedía, ya fuera por su propia inexperiencia o por su afán de complacer. Aquellos días habían quedado atrás.

El Sr. Kim se sentía rígido e inflexible.

Taehyung cerró los ojos. Sintió el calor del cuerpo del Sr. Kim junto a su rodilla, la cadera que antes sólo había imaginado tocar. Bajó aún más, apoyando su peso muerto contra el Sr. Kim incluso cuando sintió que éste intentaba retroceder; era como ponerse delante de alguien en un pasillo. Piensa en esto un segundo. Podrías alejarte si quisieras. Pero piensa. Piensa en mí.

Dios. Lo estaba besando. Con la boca abierta, el aliento caliente contra los labios fruncidos del Sr. Kim, ahuecando la dura línea de su mandíbula como si fuera para su mano. Joder. Joder, y era una patética excusa para un beso, pero de repente no podía recordar a Seo-joon ni a ningún otro chico.

El señor Kim le empujó los hombros.

Taehyung murmuró contra su boca: —No.

Los dedos hurgaron en los suyos, tratando de liberar su agarre en la cara. Taehyung sintió que algo se le escapaba, y era importante que no lo perdiera, pero no sabía qué era y era un idiota, un idiota por haber soñado alguna vez que podía...

Y entonces el Sr. Kim entreabrió sus labios, pegándose más a su cuerpo.

Taehyung se tragó el gemido que no era suyo por la conmoción -un jadeo roto atrapado en el paladar- y sintió que las manos del Sr. Kim se enredaban en sus rizos, agarrando varias hebras. Se empujaba más cerca de Taehyung, sus labios desesperados por permanecer fijos, y Taehyung no sabía qué hacer excepto darle eso. Chupó la lengua que le lamía el interior de la mejilla, saboreando el sabor de la saliva. Se sintió mareado. Se sintió increíble.

Luego terminó, y el Sr. Kim jadeaba en busca de aire, y su corazón latía con fuerza.

Se miraron fijamente en la luz turbia.

Taehyung tocó el rojo labio inferior del Sr. Kim, con los dedos temblando.

—Eso —dijo —funcionó mucho mejor que hablar.

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