El viejo narrador se echó hacia atrás al soltar esa última palabra suspirada. Llevaba un largo rato hablando con los ojos cerrados, sumergiéndose de lleno en su relato; al abrir los ojos, vio lo que esperaba ver. Mirei sonreía con los ojos empañados por las lágrimas, sus manos unidas sobre su regazo; por su parte, Wenz fingía estar más entero emocionalmente, aunque su labio inferior temblaba y lo delataba. El anciano sonrió con amor y quiso abrazarlos.
―Creo que este es un buen momento para terminar el relato por hoy, pequeños― dijo con la voz blanda luego de tantas horas de hablar y hablar. Algún detallista notaría que, ahora que ya no estaba contando su historia, su voz era más débil y quebradiza.
Mirei se levantó y le dio un largo abrazo al viejo, apretando su mejilla contra su espalda al rodearlo por atrás.
―No sabía que eras tan romántico y enamoradizo, Dashi― dijo la chica con la voz ahogada, tapada por el abrazo―. Realmente me conmoviste con tu romance juvenil.
―A mí también― comentó Wenz, acomodándose en su asiento y sonriendo quedamente―. En algunas cosas me sentí identificado con el joven Raeven.
―Si tan solo hubieras tenido el valor de besarla allí mismo― suspiró Mirei, volviendo a su asiento, todavía con ese brillo risueño en sus ojos―. Sabes que deberías haberla besado, ¿verdad? Azul se hubiera muerto de amor. Por eso te regaló la tela, para que no la olvides.
―Bueno, parece que logró su objetivo, ¿no?― sonrió Dashi con cierta culpa en sus cansados ojos―. Por lo visto la sigo recordando.
―Y con muchísimo lujo de detalle― señaló Wenz, poniéndose de pie y estirando las piernas―. De hecho, lo recuerdas todo con mucho lujo de detalle, no sé cómo lo haces.
―Más adelante lo sabrás, hijo, no nos salteemos los pasos― dijo el viejo controlando el tono de voz. Aquel era un tema que todavía no estaba preparado para tocar, necesitaría meses para prepararlo, la noche aún no había llegado a su día de juegos bajo el sol. Aún se preguntaba si cuando llegara la noche estaría listo para hacerlo―. Y ahora deberían ir a descansar, porque mañana trabajan y no quiero que hagan mal sus tareas por quedarse desvelados junto a un viejo gruñón.
―Ay, Dashi, eres todo menos un gruñón― se burló Mirei, acercándose nuevamente hacia él y besándole la mejilla―. ¿Cuándo quieres que volvamos?
―Cuando tengan una noche libre― contestó rápidamente el viejo―. Si bien lo que vendrá a continuación no tendrá un tono tan juvenil y divertido como hasta ahora, estoy listo para contarlo. No les pediré demasiado, solo que me escuchen como hasta ahora.
―¿Ya sabes cuándo tienes día libre, Wenz?― preguntó la muchacha volviéndose hacia su amigo.
―En una semana exactamente.
―Perfecto, entonces en una semana estaremos aquí de nuevo― aplaudió Mirei―. Ahora vamos, Dashi, te acompañaré a acostarte, tú también tienes que descansar.
El viejo sonrió genuinamente, con una profunda felicidad latiendo en su pecho. Aquella noche, tantos años atrás, cuando todavía vivía en un mundo familiar y hermoso, se había acostado a dormir con el corazón roto. Ahora, y viviendo en un universo oscuro y repleto de desconocidos, luego de haberlo perdido todo, se acostaba con una sonrisa de oreja a oreja, y sintiéndose como hacía muchísimo tiempo no se sentía: amado.
Quizás su inocencia no había muerto, quizás solo había estado durmiendo.
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Stormbringers I: Los Colores de la Guerra
FantasyUn hombre atrapado entre el pasado y el presente, atrapado en un mundo que cambia y avanza mientras espera que llegue lo único que necesita. La aventura de un niño que soñó con ser guerrero, y que tuvo la desgracia de ver su sueño cumplido en el mo...