Tras un día increíblemente agotador, uno de esos que cada tanto aparecían en la vida de una criada de un palacio, Mirei regresó a sus estancias con la innegociable decisión de caer rendida sobre su cama y dormir toda la noche de corrido. Había estado robando a la pasada comida de las cocinas durante toda la jornada, disfrutando de esa alianza estratégica y ancestral entre criadas y cocineros, por lo que no le molestaba saltearse la cena. Ya estaba saboreando la calidez de sus mantas recién lavadas cuando se detuvo junto a la puerta de su habitación en las dependencias del servicio. Se quedó quieta en el pasillo, bajo la tenue luz de las velas que ardían durante toda la noche para aquellos trabajadores que volvían durante la madrugada a sus habitaciones. Apoyó la cabeza contra la puerta, y confirmó sus sospechas: su compañera Demia estaba hablando con alguien.
―¿Qué rayos...?
Se quedó unos instantes adicionales para intentar dilucidar qué situación encontraría si abría la puerta. No quería entrar a su habitación y encontrar a su compañera en pleno acto amatorio, revolcándose entre las sábanas con alguno de sus amigos. No otra vez. A los nobles les daría un ataque si supieran lo mucho que se divertían sus empleados durante las noches...
Tras debatir mentalmente durante un rato que se le antojó eterno, Mirei decidió abrir la puerta. Giró ruidosamente el picaporte adrede para alertar a los allí reunidos de su presencia, y entró con la cabeza levantada. Vio a Demia, todavía con sus ropas de trabajo, repantigada con las piernas estiradas sobre su cama. En la suya, y con una elegancia mucho más digna, encontró sentado a un muchacho de pelo negro bien recortado, echado hacia atrás para acentuar la profundidad de sus ojos azules. Al verla arqueó los labios en una suave sonrisa de suficiencia, seguramente disfrutando de la sorpresa que ella mostraba en su rostro.
―Mi señor― reaccionó Mirei, haciendo una reverencia ante Corton Willan, heredero del Conde―. Qué honorable sorpresa encontrarte aquí.
―Así podría decirse― dijo Corton arrastrando las sílabas―. Hace mucho que no recorría el castillo, así que aproveché esta bella noche para hacerlo.
De bella no tenía nada, pensó Mirei. Afuera llovía como los mil demonios, y el viento enrachado era capaz de helarle los huesos a cualquiera. Guardó respetuoso silencio, sus manos unidas frente a su cuerpo, evitando mirar directamente a los ojos al hijo del Conde. Tenía que mantener las formas frente a su compañera.
―¿Podrías ir a buscar a Fausten, Demia?― preguntó Willan encantadoramente, mirando a la otra criada con toda la dulzura de la que disponía―. Me gustaría conversar con él acerca del menú de mañana.
Por un momento Mirei pensó que su compañera no entendería la indirecta que Corton le estaba dando, pero tras fruncir el rostro extrañada, el cerebro se le puso en funcionamiento y se marchó tras hacer una rápida reverencia. Mirei echó el cerrojo de la puerta, algo que nunca hacía, solo para tener la privacidad en caso de que la criada no tardara lo suficiente en cumplir su tarea. Sin saber qué encontraría al voltear, tomó aire y se acercó a la cama donde Corton aún aguardaba.
―Estás muy hermosa esta noche, querida― dijo Corton acariciándole el cuello con un dedo―. Casi que había olvidado tu belleza, ahora me siento completamente abrumado.
Mirei no contestó, limitándose a dedicarle una suave sonrisa al noble. Corton la atrajo hacia él y la abrazó, dejando que apoyara su cabeza sobre su pecho. Mirei sintió su acompasado ritmo respiratorio y comenzó a sentirse adormilada. Si bien la presencia de Corton en su habitación había sido toda una sorpresa, nada en el mundo hubiera conseguido quitarle el cansancio tan rápidamente.
―Llevaba mucho tiempo sin verte― murmuró Corton, con algo de tensión en la voz.
―Mi señor debe haber estado muy atareado con su nueva prometida― dijo Mirei casi rozando la imprudencia. Aquel juego era peligroso; de haber estado más despierta, quizás no hubiera entrado a la contienda.
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Stormbringers I: Los Colores de la Guerra
FantasíaUn hombre atrapado entre el pasado y el presente, atrapado en un mundo que cambia y avanza mientras espera que llegue lo único que necesita. La aventura de un niño que soñó con ser guerrero, y que tuvo la desgracia de ver su sueño cumplido en el mo...