Cuando en Hollywood se cree que todo es pasajero, Germán Calle y su esposa María Fernanda demostraron lo contrario. Ambos, famosos y talentosos actores de cine y TV contrajeron matrimonio hace 30 años y hasta el día de hoy su amor seguía tan fuerte como el primer día que se conocieron. De esa unión nació la única hija que poseían, Daniela Calle Soto. Cuando tus padres apenas poseen tiempo para verte fuera de los escenarios, pero más aún cuando son famosos, la forma de criar será completamente distinta. Te consentirán más en tus caprichos para compensar la ausencia, pero también velarán por que de alguna u otra manera tu potencial se desarrolle. Los Calle descubrieron que desde pequeña su hija mostraba interés por la actuación y las cámaras, la llevaron a las mejores escuelas de actuación y a castings para modelar conjuntos de ropa. Pero cuando entró en la adolescencia, Daniela decidió que prefería formarse como modelo profesional una vez terminara la secundaria.
En la actualidad Daniela Calle tenía 26 años, ser hija del matrimonio Calle le trajo sus beneficios para que su fama aumentara, pero eso sumado a su talento, cuerpo, rostro, mirada penetrante y sonrisa perfecta, hizo que su popularidad creciera de forma exponencial. ¿Cómo no tener el ego en las nubes cuando poseía una legión de miles de fans alrededor del mundo? ¿Cómo no alardear cuando le habían ofrecido al fin su primer papel importante en el cine?
Daniela se encontraba en medio del centro comercial, sentada tras una larga mesa con mantel negro, esperando que una a una las fans se acercaran para recibir su autógrafo. Sabía que era narcisa, tirana y poco tolerante con la mayoría de las personas, pero le era imposible comportarse como una idiota con todas esas chicas que la miraban con brillo en los ojos al tenerla al frente, no importaba la contextura física, edad o color de piel, cada una de ellas le dedicaban parte de su tiempo y eso ella lo agradecía. Quizás no era tan mala ¿o sí?
Daniela: ¿Cuál es tu nombre, pequeña? –La niña de 5 años miraba sorprendida la enorme fotografía de Daniela tras ella que decía "Fanmeeting con la gran Daniela Calle". Cuando se dio cuenta que le hablaba a ella la miró directamente a los ojos- Hola linda.
XX: Valery, me llamo Valery y he sido fan tuya toda mi vida. –Se mordió los labios ¡Qué fascinante declaración!
Después de firmarle el cuaderno y darle un beso en la mejilla, se dio cuenta que la mujer a quién le había dado la tarea de acompañar a la psicópata y darle consejos para sus compras, estaba parada tras un pilar tratando de llamar su atención. Estaba pálida, con la mandíbula tensa y se arreglaba el cabello cada 3 segundos. Algo malo estaba pasando y no se había equivocado porque la mujer cogió el teléfono para llamarla, era casi imposible acercarse con cientos de adolescentes ahí parados.
XX: Señorita Calle ¿Está con usted o se ha comunicado con usted la señorita Goodwin?
Daniela: -frunció el ceño por esa pregunta- ¿No te dije que no te apartaras de ella durante las compras?
XX: Es que... –tragó saliva, a pesar de la distancia podía ver cómo se movía de un lado a otro- es que le pedí dos minutos para entrar a una tienda porque unas joyas lucían preciosas, pero cuando volví no estaba, ya he buscado por una hora y no la encuentro.
Daniela miró hacia los lados en busca de una respuesta, no podía huir cuando aún quedaban al menos 100 fans que querían su autógrafo y otras más apostadas en la terraza del centro comercial para fotografiarla. Pero ¿Qué era más importante en este momento que la vida de una persona? Nada lo era, aunque odiaba admitirlo, nada era más importante que irse de acá e ir en busca de esa maldita psicópata sin sentido de la orientación. Era una paciente con amnesia que debido a algún extraño daño en su cabeza no recordaba las cosas básicas para sobrevivir ¡Cualquier imbécil podía aprovecharse de ella! "Esa noche lo último que recuerdo fue a un hombre tratando de abusar de mí". Recordó las palabras de María José cuando conversaron en el hospital. Todos se dieron cuenta del cambio brusco en su rostro, estaba más pálida de lo normal, no sonreía y la mano le temblaba mucho. Por supuesto que tenía miedo porque egocéntrica o no, era la vida de una persona la que estaba en juego y eso a cualquiera le preocuparía ¡Más encima estaba bajo su cuidado!