Una gota de sudor corría por su frente hasta llegar a su cuello, no hacía calor, no había hecho deporte, no estaba cansada, pero ella sabía perfectamente lo que le sucedía, y es que la preocupación por la ausencia de María José era grande, sí, le preocupaba la psicópata. ¿Se habría perdido? ¿Alguien se habría aprovechado de su inocencia? Recordó su dulce mirada en el cumpleaños de su padre, aquellos ojos brillosos clamando por algo más allá de lo que podía comprender, si aquello se borraba, si eso se perdía por la culpa de un infeliz, ella no se lo perdonaría. Se dio vuelta en la cama otra vez, pero al no conseguir que Morfeo la hiciera dormir, se levantó, fue al armario a buscar algunas prendas para vestirse de nuevo y tomó su teléfono para llamarla. ¡¿Por qué no la había llamado o le había mandado un mensaje de texto?! Eran más de las doce de la noche y María José no daba signos de estar viva. El tono sonó una vez, una segunda, una tercera y cuando iba por la quinta, alguien contestó
Daniela: ¿Dónde demonios estás María José? –Gruñó, odiaba ser la niñera de los demás, pero lo que más le molestaba, era sentirse así con ella- Si dices que vas a avisarme a qué hora saldrás, debes cumplir con ello.
María José: ¿No saluda primero señorita Calle? –El tono bobalicón de su voz, evidenciaba que había bebido, el ruido de fondo era alto y suficiente para decirle que estaba en un bar- Pensé que uss... usted me llamaría. ¡Suelte! No me toque. –Gruñó, Daniela se sintió mareada con ello, pero la rabia era más fuerte.
Daniela: Dime dónde estás María José, iré a buscarte.
María José: No lo sé, no entiendo que... ¿Qué es esto? Señor mire, ¿dónde estoy? –Le preguntó al barman, quién estaba acostumbrado a ver a las personas borrachas todo el tiempo.
Daniela: ¡¿Dónde estás?! –Golpeó la pared enfadada, no sabía si quería encontrarla luego para salvarla de todos los hombres que la estarían asechando, o si quería matarla con sus propias manos por exponerse de esa manera, cualquiera de las dos estaba bien para ella
María José: Big Jeez, dice. ¡Oiga no, no quiero! –Le gritó a alguien, pero la llamada se había cortado.
No tardó más de un segundo en tomar las llaves de su vehículo y correr hacia la puerta del departamento. Le dolía el pecho por los latidos de su corazón, que cada vez iban más acelerados. Algo podía sucederle y alguien podía dañarla. Big Jeez era un bar de mala reputación en las calles más vulgares de Los Ángeles, moría por saber cómo logró llegar allí cuando un auto desde el departamento se tardaba al menos veinte minutos con el tráfico.
Arrancó tan bruscamente, que las ruedas dejaron una marcaba en el asfalto, pobres de las personas que se cruzaran en su camino, pobres de los semáforos que no se tomaría el tiempo de esperar, porque tardaría más si se comportaba como buena ciudadana. "Oiga no, no quiero", recordar esas palabras de una evidente María José Goodwin borracha, le hacía temblar. ¿Qué le habrían hecho? A pesar de todo, llevaba lentes y una capucha, no quería que la reconocieran por estar en un lugar sospechoso, no quería que la involucraran con drogas o esas cosas que mancharían una ascendente carrera en el modelaje y prontamente actuación. Aunque si las cosas se ponían difíciles todo cambiaría.
Después de diez minutos, tras saltarse semáforos en rojo y apretar el acelerador hasta el fondo, llegó al bar. Ella no reparó en detalles, pero en realidad afuera había al menos dieciocho motos estacionadas una al lado de otra. En el lugar se podían apreciar todo tipo de estilos, como una mujer con la mitad de su cabeza rapada y el cabello morado y largo al otro lado, también un hombre lleno de piercings en su boca y orejas. De todos los bares de la ciudad, ¿por qué eligió precisamente ese?
Daniela: María José, ¿dónde estás? –En este bar no cobraban por entrar y tampoco tenían guardia de seguridad, aquí te defendías con tus propios puños- Mierda. -Podía ser fácil encontrarla, porque de seguro era la única vestida de manera "normal", sin embargo, estaba tan lleno, que no sabía por dónde partir. Fue hasta la barra, donde el barman preparaba varios vasos con un líquido azul fosforescente- ¡Disculpe que lo interrumpa! ¡Pero estoy buscando a una chica de pelo oscuro ondulado, mide como 1!, tiene un acento extraño y vestía normal! –Tenía que gritar para hacerse escuchar, la música estaba tan alta que el suelo y todas las paredes temblaban.