Capítulo 47

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Jueves 19 de febrero 2015, Washington D.C

"¿Cuándo vuelvas, crees que sea posible encontrarnos? -Se le quebraba la voz- No quiero que te vayas, pero sé que te desvanecerás de mis brazos. -Tenían sus frentes unidas, sus susurros eran lo único que se podía escuchar desde las alturas en un sábado de otoño- Por lo mismo quiero tener la convicción de que si regresas, incluso si soy una miserable criada, voy a protegerte con mi vida, te lo prometo. Cuando vuelvas te estaré esperando de alguna manera, porque si te quiero tanto ahora en el presente, es porque en el pasado lo hice también."

Abrió sus ojos de golpe sintiendo como su corazón latía rápido dentro de su pecho, las imágenes de aquel último sueño se desvanecieron como vapor entre sus dedos, sin embargo, las palabras no. ¿Eran recuerdos? ¿Pero a quién le hablaba? Se sentó con cuidado sobre el borde de la cama llevando su mano a su pecho izquierdo, le dolía, no eran los latidos, había algo fuerte que estaba creciendo y que realmente dolía. No recordaba ser alguien que tuviera sentimientos muy profundos, de hecho, sabía que era una imbécil con las mujeres y que éstas la buscaban por eso, pero ahora las cosas parecían haber cambiado, el por qué, para qué y por quién, no lo sabía.

Con lentitud giró el rostro hacia el velador a su lado para ver la hora, 9 de la mañana. No le preocupaba la hora, tenía el día libre para relajarse antes de tomar un vuelo al día siguiente en la mañana hacia Nueva York, su propósito era prepararse para la gala del reality show que se trasmitiría a las 22:00 hrs.

Calle apretó los labios, tragó saliva, sentía como un nudo en su garganta aumentaba, estaba sintiendo pena y esta crecía desde su pecho hasta trepar por la garganta. ¿Por qué sintió deseos de llorar este día? Aunque no era solamente algo que le pasaba hoy, desde que estaba en Washington D.C sus ánimos eran oscilantes, las mujeres no le parecían igualmente exquisitas, no era que hubiese decidido ser heterosexual a estas alturas de su vida, solamente que tener sexo no le era grato, algo dentro de sí le faltaba.

Daniela: -se sentó al borde de la cama y tomó su teléfono, marcando un número- Contesta, por favor contesta.

María Fernanda: ¿Hija?

Daniela: -sonrió con pena, sus ojos brillaban y no era de alegría- ¿Mamá? Hola, yo. yo llamaba para saber cómo estabas, cómo te iba en el rodaje.

María Fernanda: Ayer llegué de nuevo a Londres. -Se quedó callada unos segundos tratando de entender la voz de su amada hija- Mi amor, ¿te sucede algo?

Daniela: -de sus ojos comenzaron a caer las lágrimas que estaba conteniendo- Mamá, mañana es el esperado estreno del programa, hablé con papá y llegará para verme. Debería estar feliz, estoy cumpliendo un sueño, pero -hizo sonar su nariz- me siento extraña.

María Fernanda: ¿Qué es lo que sientes? ¿Debería ir para allá? ¡Puedo tomar el primer vuelo!

Daniela: No mamá, no te preocupes, sólo deben ser los nervios. Sin embargo, siento que algo está faltando. ¿Por qué siento que me estoy hundiendo? -Secó las lágrimas de su cara antes de ceder a ese tipo de ridiculeces que le pasaban por la cabeza- Disculpa, sólo quería escuchar tu voz.

María Fernanda: -"No la recuerda, pero la extraña de todas maneras" pensó con todos los deseos de llorar dentro de su corazón, estaba buscando la forma de ayudar a María José y su hija- Mi amor, todo volverá a la normalidad, no sé cuándo ni sé cómo, pero aquello que sientes que no es positivo desaparecerá. -Miró un poco el cielo- Reza, pide y ten fe, todo estará bien.

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10 de agosto de 1710, Londres, Inglaterra.

Miró por la ventana hacia afuera cuando algunos rayos de sol atravesaban por esta, bañando su piel y brindándole un poco de calor que sentía que le estaba faltando. El aliento que salió por su boca empañó el vidrio, la verdad es que no le importaba en lo más mínimo. Tenía ganas de romperlo con sus propias manos antes de lanzarse hacia el último piso. María José se encontraba paradójicamente en el tercer piso de la mansión en la que se hospedaban, no era donde vivía la reina, pero sí le pertenecía a la familia real dentro de otras propiedades que tenían, era el lugar que les habían cedido para que ella y todos los Goodwin que asistirían a la boda pudieran quedarse, después de todo tenía 17 habitaciones.

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora