Sábado 13 de diciembre 2014, 2 semanas después.
A Daniela le quedaba aún una semana de rodaje para terminar la película en Canadá, sin embargo, esta vez fue muy diferente a la anterior, cuando estuvieron separadas casi un mes. Esta vez invitó a María José a disfrutar y conocer otro lugar. No durmieron en la misma habitación de hotel, trataron de que no se les viera juntas a petición de ella, sin embargo, disfrutaron durante las noches, cuando cualquier fanático o cámara estaba lejos de ellas.
Cada día, cada segundo que pasaba, en Daniela iba creciendo un tremendo deseo por hacerla suya en todas las maneras posibles, pero algo dentro de su corazón le decía que, si hacía eso, cometería un grave error. A pesar de eso esa semana de rodaje, el elenco la encontró diferente y no tenían clara cuál era la razón, mantenía una sonrisa radiante, no le importaba si le pedían repetir una escena diez veces, ella lo hacía sin protestar.
La llevó a Canadá para no tenerla lejos y, en caso de que llegase el momento, no se fuera sin estar presente. Trató de vivir un cuento de hadas, trató de no pensar en el asunto de fondo de todo esto, eludir las preguntas de Liam cuando hablaban de la morena, pero cuando llegó a Estados Unidos y luego de pensar las cosas una y otra vez, se dio cuenta de que era hora de hacerle frente a lo que le preocupaba y los vacíos que tenía en cuanto a información, debía hablar con María José Goodwin.
Sábado, el sol estaba brillando en lo más alto del cielo, pero no calentaba lo suficiente para hacerlas sentir mejor, las temperaturas bajas predominaban, la vegetación se mantenía húmeda y fría, desde los árboles se seguían desprendiendo hojas amarillas.
María José asomó su rostro por la puerta de la enorme cocina en el departamento, Daniela miraba fijamente un plato del cual revolvía una mezcla para bañar unos filetes de pescado, su concentración, sus ojos mieles, su perfil y todo en ella la estaba haciendo sonrojar.
María José: Hola señorita Calle. –Ella alzó la cabeza y sonrió al verla somnolienta, tenía el cabello revuelto y no se había quitado una camiseta de fútbol americano que le pertenecía a ella- Disculpe, digo, disculpa por haberme despertado tan tarde.
Daniela: ¿Leyendo novelas otra vez? –María José asintió con una pequeña sonrisa tímida- Estoy preparando el almuerzo, pescado y papas doradas con una copa de vino blanco. ¿Te parece delicioso?
María José: Increíble. –Se acercó y la abrazó por detrás, su calor era una de las cosas más exquisitas del siglo 21- Tus palabras de ayer me preocuparon. ¿Qué sucede?
Daniela: -Dejó la mezcla para el pescado a un lado antes de voltearse- No lo tomes a mal, estos días han sido maravillosos, sin embargo, no puedo seguir creyendo que todo es color rosa. ¿Me entiendes? -Acarició el rostro de la muchacha frente a ella, no quería frustrarla, pero quería ser tan transparente como en algún momento ella lo fue- Es decir, desde que dijiste que eras... ya sabes, del pasado, mi mente ha estado tratando de bloquear la idea de que te vas. –Se le quebró la voz, miró hacia un lado esperando que se le pasara y no que sus ojos se humedecieran, otra vez- Hay mil cosas que tengo en mi cabeza, pero también mil deseos en el corazón, hay muchos vacíos y respuestas que necesito llenar. No quiero que te vayas y sentir que no hice nada por ti.
María José: -Asintió porque estaba de acuerdo, había pedazos de la verdad que debían ser hablados de nuevo- Almorcemos juntas y nos sentamos a conversar sin ocultar lo que no se deba ocultar. ¿De acuerdo?
Daniela: -Asintió antes de que María José se parara de puntillas y besara sus labios con dulzura. Mierda. ¿Cómo no extrañarla? ¡Ya lo estaba haciendo! - Ve a ducharte si quieres, cuando salgas tendré todo listo. –Susurró en su oreja antes de que ella se desprendiera de sus brazos y caminara coqueta a través de la puerta.