Daniela guardó en su respectiva caja la joya que tuvo unos minutos en su mano, miró la hora que en su muñeca y supo que el tiempo no iba a ser un problema para que sus planes de la noche resultaran, después de todo eran las 10:34 de la mañana.
De un salto salió de la cama, miró a su alrededor en la habitación para saber que no le hacía falta alguna cosa, teléfono, cartera, las llaves del auto, lo tenía todo.
Miró el mensaje de María José en el elevador, antes de que una sonrisa perfecta se formara en su boca.
"Estoy en medio de mi desayuno familiar, es culpa suya que todo el mundo me quede mirando de forma graciosa. ¿Quién más sino usted quien provoca una sonrisa bobalicona en mi rostro? Estoy ansiosa de ver esas fotografías, no sabe cuánto la amo."
Iba a responderle que iba camino a ver a Liam, pero no quiso hacerlo, sus dedos se detuvieron a la mitad del mensaje antes de borrarlo completamente. María José aún tenía temor respecto al turco y contarle lo que le había escrito iba a aumentar aquello, además no iba a interrumpir el desayuno de su familia, que se había vuelto algo así como un ritual sagrado.
Poco duró el viaje, aunque no se había dado cuenta de cuantas luces rojas se había pasado, las manos le temblaban mientras murmuraba cosas contra "su amigo", no cometería una locura ¿o sí? El hecho de que dijera que se estaba volviendo loco no la dejaba tranquila tampoco.
Estacionó donde siempre, hubiese saludado al conserje que tanto le agradaba, pero le urgía ver al turco. Miró su teléfono por unos segundos, sí, la idea que tenía en la cabeza le sería de gran ayuda.
Quiso tocar la puerta, pero otra vez estaba abierta, asomó el rostro con cautela y fue allí donde lo vio sentado en el mismo sofá de antes, una copa colgaba de su mano y gotas de vino estaban esparcidas en la costosa alfombra que poseía. Sus ojos viajaron de inmediato a la botella de vacía en el suelo y la otra a punto de desaparecer también. Estaba borracho.
Daniela: Liam, es mejor que dejes esa copa de lado. –El aludido alzó los ojos hacia ella con pereza, estaban rojos y humedecidos, no podía enfocarla bien- Estás tan borracho que caerás en un coma etílico, vamos, dame esa copa.
Liam: ¿Qué sabes... qué sabes tú? –Gimió- He pensado...do, todo este tiempo. –Miró el suelo agobiado en busca de palabras que describieran como se sentía- No hay solución.
Daniela: ¿De qué hablas? –Caminó sólo un par de pasos, lo suficiente para estar en territorio seguro- Liam, tu mensaje fue... extraño. –Miró las botellas de vino y su estado deplorable- Mira... lo siento si discutimos, pero lo que somos en esta vida no...
Liam: ¡Soy un maldito asesino! –Golpeó su propio cuerpo, ahora sí devolvió la mirada a su amiga, su mirada era más parecida a la que tuvo Aaron en algunas ocasiones y eso a Daniela no le gustó en absoluto- He tratado... tratado de pensar, de... buscar una solución, pero no puedo...
Flashback
Dolor, sangre, gritos, cuchillos y disparos. ¿Cuánto más se aparecía en sus sueños? Desde que supo la verdad no hubo noche en la que no soñara con los recuerdos más miserables de su vida pasada. Había despertado con el pecho apretado y un dolor desgarrador que crecía considerablemente en su cuello hacia otras partes del cuerpo. Quiso gritar, pero la voz no le salía, miraba de un lado a otro a su alrededor sin mover la cabeza, gotas de sudor recorrían desde la sien hasta su nuca. Había recordado la escena en la que mató a la familia de Daniela Cropper sin piedad alguna, con el único propósito de quitarle gente en ese mundo a esa campesina, pero también se había colado la escena de cuando su esposa murió en el granero junto a Daniela.
Cuando pudo pararse fue a duras penas a la cocina para beber agua, su boca estaba tan seca que podía sentir los labios y lengua agrietada. Todo tenía sentido ahora y las piezas encajaban de inmediato. La noche que María José apareció "abruptamente" en el departamento de su amiga, el año pasado, había sido un viaje en el tiempo y no había escapado de un sanatorio como lo creyeron. Esa vez que Daniela le pidió de su ayuda para salvarla de la hipotermia había sentido una profunda empatía por la muchacha. Estaba claro que todo el tiempo hasta darse cuenta de que la amaba, había sido gracias al profundo amor que sintió por ella en su vida pasada. No solo por Goodwin, también se sintió atraído por ella siendo Garzón.