Todo era silencio en la cocina, hasta que su estómago empezó a sonar. ¡De verdad tenía hambre! Para acelerar un poco las cosas, empezó por seleccionar alimentos del refrigerador, cocinar junto a su novia le parecía una idea agradable y aunque tenía el dinero para llevarla a los mejores restaurantes de la ciudad, quería hacer esto más personal.
Iba a cortar la carne para freírla, pero cuando volteó en busca del cuchillo, vio como la figura de María José se acercaba lentamente a la entrada de la cocina. Sus ojos estaban perdidos en el suelo, pero cuando lo observó, algo cambió en ellos, sin embargo, hizo un gesto con la mano para que ella continuase con lo que estaba haciendo.
Daniela: Tardaste un poco en el baño. –Lo dijo en un tono gracioso para hacerla sonrojar- ¿Tiraste bien la cadena del baño? –Ella meneó la cabeza y se sentó sobre el taburete, apoyó los codos sobre la superficie negra de mármol y sostuvo su rostro como si luchase con algo- María José, ¿te sucede algo?
María José: ¿Hay algo que me quieras contar? –Murmuró.
Daniela: -frunció el ceño sin entender sus palabras- No. No sé qué quieres decir con eso, amor. –Apagó el fuego para no sobrecalentar la sartén en la cocina, luego se volteó para mirarla- Si pudieses ser más clara, te lo agradecería.
María José: -Se quitó las manos de encima, levantó la mirada y sin ningún tipo de expresión le contestó- Repito, ¿hay algo que me quieras contar?
Daniela: Todo lo que te quiero decir, lo digo, no sé a qué viene ese comentario. ¿Te sientes bien, cariño?
Cuando trató de poner una mano en su frente, María José se levantó del taburete y retrocedió unos pasos, sabía que, si ella la tocaba, aunque fuese con un simple roce, terminaría cediendo y fingiría que nada estaba mal.
Calle abrió la boca sorprendida, miró su mano con el rostro inclinado y luego miró el rostro de su novia que estaba totalmente descompuesto. Sus ojos eran distintos a los que la observaron antes de irse al baño, miles de ideas estaban cruzando por su mente, tratando de hacerse una idea de lo que pudiese haber hecho mal para molestarla. No, la verdad era que no podía dar con algo en concreto. ¿Y si la dejó de lado por preocuparse de todas las nuevas ofertas laborales que estaban llegando?
El silencio empezó a extenderse, al punto en que sólo se podían oír sus agitadas respiraciones, había un sentimiento en el rostro de María José y ese era temor.
Daniela: Cariño yo... -Los ojos aceitunas empezaron a llenarse de lágrimas. ¡¿Qué estaba pasando?!- No puedo...
María José: ¿De verdad no hay nada que no me hayas dicho? –Daniela se quedó callada- Sabes las cosas más íntimas de mi persona, lo que me ha hecho daño por tanto tiempo, te revelé mi interior. ¿Y es así como me lo pagas?
Daniela: ¿Qué no te he di... -las palabras se hicieron ceniza cuando vio lo que ella había sacado de su bolsillo para levantarlo frente a sus ojos? - Sus ojos se hicieron tan grandes de un sólo golpe con el impacto de esa imagen, que hilar un pensamiento coherente no era posible. Por alguna razón empezó a sentir rabia- ¿Cómo lo encontraste? –No respondía- ¡María José!
María José: Yo no me he sacado una foto así, contigo. Yo no he estado en un lugar así, contigo. –Estaba temblando y apretando el teléfono tan fuerte que llegaba a salir sudor de su mano- Daniela Calle, ¿qué mierda es esto?
Daniela negó en silencio tragando un poco de saliva para aliviar lo seca que se había puesto su garganta, sentía que se estaba ahogando con la presión que florecía en su pecho, su ser entero estaba en alerta. Como se dio cuenta que empezó a sudar, salió de la cocina lo más rápido posible, tratando de buscar una respuesta que fuese coherente para la mentalidad de María José Garzón. ¡¿Pero cómo había encontrado aquel teléfono?!