Caminaba de un lado a otro como león enjaulado, a pesar de que siempre se caracterizó por su apacible actitud después de rehabilitación, ahora no estaba tranquilo ni tenía paciencia, al contrario, quería que Sounya dejara de atender a un cliente para hablar con ella. Aun la descripción del cómo Daniela encontró a María José daba vueltas en su cabeza, no tendría razones para mentirle, pero necesitaba una prueba, tan sólo una prueba que confirmara que no estaba loco y que por milagro del destino una persona podía trasladarse en el tiempo.
Unas campanillas sonaron sacándolo de sus pensamientos, alzó sus rasgados ojos a la puerta, de donde salía un hombre con las manos temblando. Tras esa persona apareció la gitana, su mirada penetrantemente clara dio de inmediato con él, sorprendiéndose por su presencia en el local. No hubo palabras, sólo le hizo un gesto con la mano para entrar en la "oficina".
Parker no quería andarse con rodeos, se odiaba a si mismo por creer que semejante idea fuera real. ¡Qué estupidez!
Sounya: Tu cara me dice que vienes para buscar respuestas de María José.
Parker: ¿Es o no es una reencarnación? –Inclinó su rostro hacia adelante, ambos estaban sentados de rodillas con una mesa de centro baja separando sus cuerpos.
Sounya: Piensa en algo, –susurró mirándolo penetrantemente, su tono era tranquilo- piensa en algo que solo tú sepas, algo que no se lo hayas contado a nadie, excepto a María José Garzón, tu mejor amiga. –Esas palabras cruzaron su mente de forma inmediata. Quería bloquear los recuerdos negativos, pero aparecieron y ya- Es un atardecer, ambos están sentados al lado del otro sobre el césped en el enorme patio trasero que parece parque, le pertenece al centro de rehabilitación de alcohol y drogas.
Parker: -abrió la boca, apretó un puño sobre la mesa, se le había contraído el estómago y no podía hablar- Pero...
Sounya: La miras preocupado, porque lo único que deseas es salir de los vicios, te tiemblan las manos, María José Garzón te mira con el mismo deseo de escapar de las drogas, es ahí cuando le confiesas que habías tratado de quitarte la vida.
El silencio se hizo presente, no usaba sus capacidades especiales tan específicamente con otras personas, en su tienda sólo usaba el poder de las palabras para hablarle a los clientes, pero con él, con Parker, no podía actuar igualmente, el destino de dos almas estaba en juego esta vez. Antes de que él empezara a llorar, Sounya estiró una mano y la dejó sobre los dedos suaves del coreano, quería guiarlo y trasmitirle paz para que las cosas siguieran su camino.
Sounya: No tengas miedo, esto es muy real, lo supe apenas la vi entrar en la tienda con Daniela Calle. No la veas como enemiga, ayuda a María José Goodwin a cumplir el objetivo de su vida.
Parker: Esto no puede ser real, no puede... tú, ¿cómo sabes eso?
Sounya: Porque puedo, desde pequeña puedo hacerlo. –Murmuró sin levantar la voz y con la misma mirada enigmática que la caracterizaba. Él sabía que estaba diciendo la verdad.
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Miércoles 14 de octubre 2014, 3 días después. Londres, Inglaterra.
Tenía la cabeza inclinada hacia atrás para observar todo lo que sus ojos pudieran abarcar del ícono del Londres contemporáneo, la torre del Big Ben. María José había llegado con María Fernanda Calle hasta el palacio de Westminster sólo para ver la atracción principal de Inglaterra. Maravilloso, sublime, le faltaban adjetivos para darle. No había parado de asombrarse desde que había llegado esa mañana a suelo británico, increíblemente le costaba creer que estaba en el país donde había nacido, pero 300 años en el futuro.
Todo, completamente todo Londres era distinto a sus ojos. ¿Habría algo en Inglaterra que ella conociera? Pero poco duró el paseo, porque poco a poco los ingleses comenzaron a acercarse a María Fernanda para pedirle un autógrafo o una fotografía, no había lugar donde no fuera reconocida y aunque a los ojos mortales fuese una situación complicada, ella estaba acostumbrada, incluso de que la mayoría de las veces fuese acompañada por guardaespaldas.