Capítulo 69

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Todo era silencio cuando entró en la habitación de aquel pequeño hostal, era cierto que era humilde, incluso tal vez demasiado, pero estaban sobreviviendo con el poco dinero que iba quedando tras intercambiar la mayoría de las monedas de oro. Se acercó a la cama viendo a Daniela moverse inquieta bajo las mantas, dejó las toallas y el plato con agua en el suelo para verla más de cerca, la luz de la vela apenas alumbraba, pero eso era mejor a nada.

Su frente estaba perlada en sudor, el pelo húmedo se pegaba a su piel y su aspecto era enfermizo, desde hace un tiempo era así. ¿Sería más que un simple resfriado? De pronto Daniela empezó a toser colocando las manos sobre su frente, con cada tos parecía perder más y más fuerza, sólo se calmó cuando ella dejó una mano sobre su pecho.

María José: Va a mejorar, todo estará bien, lo sé. –Había un instinto dentro de ella que le decía otra cosa, pero no quería ser negativa- Colocaré las toallas mojadas en su cuerpo para bajar la temperatura.

Daniela: Gracias, mi vida, muchas gracias. –Susurró quejumbrosamente, antes de que ella sumergiera las toallas en el agua, las estrujara con fuerza y se las colocara sobre la frente, al lado del cuello y bajo las axilas- Estaré mejor para mañana, seguiremos el camino. -La morena no dijo nada, besó la mejilla donde tenía la marca antigua de la quemadura y se dedicó a ordenar alrededor- Su silencio me inquieta. ¿Hay algo que desee compartir? –Quería acomodarse, pero le dolía todo el cuerpo.

María José: No señorita Cropper, nada, de verdad. –"¡Mentira!" se dijo- Es mejor que no hable y gaste energía en ello, descanse.

Daniela estaba cansada y muy adolorida, pero no estaba lo suficientemente caída en la fiebre como para no permitirse pensar y abrir los ojos para observarla. María José mentía y eso lo sabía, su cambio de voz, su gesto en el rostro cuando ella mencionó seguir el camino, en poco tiempo había logrado conocerla lo suficiente como para leer los mensajes ocultos. No quería agitarla y ella menos quería hacerlo, simplemente cerró los ojos y dio un largo suspiro para concentrarse en el alivio que le brindaban las toallas húmedas y frías.

No supo cuándo ni cómo, pero de un momento a otro se había quedado dormida. ¿Cuánto tiempo había pasado? Dentro de su somnolencia abrió los ojos, todo estaba oscuro, estaba vestida, seca y siendo abrazada tras su espalda por ella. Lo único de lo que podía tener memoria era de haber suspirado de alivio una vez más, sabiendo que su amada la estaba resguardando antes de sumergirse una vez más en la profundidad de los sueños.

..............

Instintivamente su nariz se movía con el nuevo aroma que entraba a la habitación, era algo parecido a pan caliente o alguna masa recién hecha. Se sentía tan cómoda, tan bien tapada que quería compartirlo con Daniela, sin embargo, cuando estiró el brazo, su lugar estaba vacío y frío, asustada abrió los ojos notando una sonrisa angelical extenderse en el rostro de la castaña. ¡Estaba parada con el desayuno entre sus manos! Una bandeja de madera con dos tazas de té, pan caliente con mermelada y unas galletas recién horneadas al parecer.

La morena se mordió los labios y se hizo hacia un lado para que ambas cupiesen. ¿Había algo más agradable que tomar desayuno juntas y dentro de una cama? La verdad es que sí, hacer el amor.

Daniela: El señor quedó tan contento con la moneda de oro anoche, que no quiso cobrarnos el desayuno. –Le acercó la taza de té- Beba, calentará su cuerpo y le dará energías para otro día.

María José: ¿Se siente mejor? Su aspecto cambió tanto. –Alzó la mano para tocarle la frente- No tiene fiebre y no está tosiendo tampoco.

Daniela: Sus cuidados y su amor me hicieron sentir mejor, sólo que... -se movió inquieta- cuando desperté hace poco, usted hablaba entre sueños.

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora