Capítulo 62

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Flashback

Los Ángeles, Estados Unidos, 7 años atrás.

Siete, ocho... no, tal vez nueve años. María José miraba con las cejas fruncidas los dedos de su mano izquierda, mientras trataba de hacer un conteo mental de cuánto tiempo le tomaría ser una mujer profesional después de la universidad. Con sólo 14 años estaba preocupándose por su futuro. ¿Era normal aquello? Pues para alguien como Garzón sí. Si lo hacía en la escuela ¿por qué no acá en la comodidad de su casa? Por el momento lo que llamaba su atención era algo relacionado con el área de la salud y lucharía por mantener sus notas tan altas como siempre para quedar en la universidad que deseaba.

Volvió a fruncir el ceño, pero esta vez miró el vacío, no sabía si Ayleen, su mejor amiga, estaba pensando asistir al mismo lugar para estudiar cuando salieran de la secundaria, en realidad no sabía nada sobre eso. El corazón se le apretó con la idea de que ocultase información para ella, información importante pues, cuando se conocieron siendo dos pequeñas de 6 años, habían jurado asistir juntas a todo lo que fuese posible. Tal vez era una nimiedad, pero la muchacha tenía aún el toque de inocencia en su alma, un toque que le hacía creer que las personas no podían tener malas intenciones en realidad o que todo era posible si se proponía con fuerza.

María José: ¡Mamá! –Gritó desde el primer piso- Voy a la casa de Ayleen, vuelvo en un rato más.

No esperó respuesta de su madre porque la ansiedad era más grande, cerró con fuerza la puerta y caminó por el césped hacia la casa de al lado donde vivía su amiga. Era increíble no tener una gran distancia que las separara, aquello lo habían usado a su beneficio reiteradas veces desde niñas, pero ahora pareciera que la distancia entre ambas era más grande. Meneó la cabeza y subió la pequeña escalera de tres peldaños para tocar la puerta, quería creer que estaba pensando mal, que las miradas perdidas de Ayleen, su falta de atención en clases y sus emociones planas, eran por los exámenes antes de vacaciones de verano.

Tres toques con su mano empuñada fueron suficientes para que la puerta se abriera lentamente, tras ella se asomó Jorgen, el padre de la muchacha.

María José: -trató de sonreír, aunque algo le dijese que no estaba bien- Disculpe señor Endler, ¿estará Ayleen disponible? Necesito conversar algo sobre la escuela.

Jorgen: Pasa, pasa, puedes acomodarte en el sofá, mientras llamo a mi hija.

La sala de estar tenía muy poca luz, pero no se atrevió a pedirle que abriera más las cortinas o prendiese una lámpara porque no le gustaba molestar, otra cosa que la hacía lucir sumisa ante los demás. Miró hacia los lados, el lugar carecía de alegría y no podía culparlos, hace un año la madre de Ayleen había perdido la batalla contra el cáncer de mama. ¿Sería entonces ese el motivo de su cambio de conducta? No, meneó la cabeza, eso no era así. Tras unos minutos apareció el señor Endler con una bandeja, una jarra con jugo de naranja y un vaso lleno de este.

Jorgen: Puedes beber un poco, dijo que se cambia de ropa y baja enseguida.

María José: Muchas gracias. –Estiró la mano con timidez para sostener el vaso y tomar un poco, no quería ser descortés- ¿Cómo ha estado?

Jorgen: ¿Cómo has estado tú? –Entrecerró los ojos con lentitud- ¿Te sigue yendo tan bien como siempre?

María José: No es algo de lo que me guste presumir, pero sigo como siempre, esforzándome día a día. –Miró el jugo y volvió a beber, un escalofrío la hizo temblar por completo- ¿Tardará mucho en bajar?

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora