Capítulo 35

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El calor de su abrazo era exquisito y sincero, un "todo estará bien" implícito en sus brazos y sus ojos rasgados. Besó con cuidado el dorso de su mano y con una pequeña sonrisa él susurró "nos vemos pronto" porque la inglesa le había prometido que, mientras fuera posible repartiría su tiempo para disfrutar a todos antes de volver al pasado, claro que aquellas palabras fueron dichas en privado y antes de que subieran al auto, acompañados de Daniela.

Se habían ido de la tienda de Sounya apenas ellos, Parker y ella, llegaron del paseo por la plaza. María José se fue sin sus pertenencias porque estaban en la casa de la gitana, todo dependía de lo que resultara esta noche, si las iba a buscar o si finalmente se terminaba quedando otra vez allí. Apoyó la espalda en la puerta recién cerrada antes de respirar profundamente, estaba cansada, tenía sueño y aunque la tentación de dormir abrazada por esa mujer era grande, prefería hablarlo todo de una vez, porque no quería disfrutar los últimos días con ella sin que las cosas estuvieran claras. Escuchó las pisadas que se iban acercando desde la habitación de Calle, pisadas suaves y sin ningún apuro. ¿Por qué su corazón se aceleraba otra vez?

Daniela: ¿Quieres beber algo? –Susurró cuando se paró frente a ella, no la estaba tocando, pero como su cuerpo estaba tan cerca del suyo podía sentir todo su calor, sí, calor suficiente para desarmarla.

María José: Una copa de vino estaría bien, señorita Calle.

Daniela: Deja de tratarme de esa manera. –Quitó un mechón de cabello que colgaba de su frente- Me gusta que me digas Daniela, tutéame. –Le dio un beso ligero en los labios, lo suficiente para provocarla, lo suficientemente corto para no llegar tan lejos.

La morena caminó erguida hacia el sofá de la sala de estar para esperarla, desde allí podía ver todas las cosas del departamento, su amplitud, los lujos que podía tener alguien famosa, cosas autografiadas y colgadas de la pared. Había echado de menos este lugar, la vista que le brindaba de la ciudad de Los Ángeles, el silencio, la mujer que era su dueña, su sonrisa, sus ojos, sus palabras dichas con tanto cariño. ¿Cuánto exactamente le quedaba en este siglo? ¿Qué tenía que pasar para que el destino dijera "ya basta"?

Alzó los ojos hacia la puerta de la cocina y suspiró, todo era tan bello acá. ¿Cómo no sentirse en casa cuando llevaba cuatro meses ahí? Una copa de vino apareció ante sus ojos haciéndola sonreír, la mano que la sujetaba era preciosa, manos que tocaban y trataban con cariño.

María José: Gracias Daniela. –Miró la mesa de centro y se mordió los labios, había una tabla con trozos de queso, jamón, frambuesas, galletas saladas y una salsa de mayonesa y ajo para comer- Que delicia. ¿Puedo probar? –Daniela asintió antes de que ella estirara la mano, cogiera un mondadientes con la mano y lo pinchara en un trocito de queso- Mmm. ¡Qué bien sabe!

Daniela: ¿Sabes? Cuando no estuviste, paseaba por el departamento tratando de pensar dónde te ocultabas o si habías vuelto al pasado. Leí todo lo que dejaste María José, la teoría de las almas, tus registros históricos, fotos de tu recuadro, todo. ¿De verdad hay algo más?

María José: -Después de beber dejó la copa de vino sobre la mesa, Daniela estaba sentada a su lado- No le tomas el peso a la teoría de las almas. –Susurró con el nudo creciendo en su garganta, aquello explicaba todo- Quiero... quiero que por un segundo cierres los ojos y visualices algo, algo que te llame la atención, algo que te haga sentir o pensar que no eres de este tiempo.

Daniela: -Recordó inmediatamente las imágenes de sus sueños, su rostro cubierto con un pañuelo oscuro, en otra ocasión su caída en lodo y sosteniendo la mano de una bella doncella que le ofrecía ayuda, su voz siendo modulada con tanta importancia y solemnidad- Lo sé, lo vi. –Abrió de inmediato sus bellos ojos mieles que delataban su miedo interior- ¿Puedes decir toda la verdad María José? Por favor.

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora