Capítulo 75

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Con el semblante serio estaba observando tras esa ventana, al avión que la llevaría a donde su intuición se lo pedía, sólo así podría encontrar respuestas y tal vez una solución a su actitud. Miró hacia el costado, no sabía porque estando lejos de Daniela, recurrió a Liam Özkan para que le diera consejos, cuando en realidad tenía cierto miedo a sus ojos y a su persona. ¿Él también era parte de su vida pasada? El turco miraba los boletos de avión que habían comprado, sus cejas duras delataban la naturaleza de sus pensamientos. No parecía una mala persona, pero ¿por qué estaba haciendo esto? ¿Qué sacaba con ayudarla? ¿Sería su bondad real o sólo una máscara que ocultaba otras intenciones? Al parecer se había sentido observado, pues giró la cabeza hacia ella, sorprendiéndola en el acto, cuando no dejaba de mirarlo.

Liam: Van a llamarnos. ¿Estás segura de que es esto lo que quieres? –Se inclinó hacia adelante con un poco de entusiasmo, pero dolor al mismo tiempo, que ella deseara ir a aquel país sólo podía significar una cosa, la María José que él había conocido, podía estar volviendo. ¿Qué tan bueno o malo podía ser eso?

María José: Sí, estoy segura.

Liam: La gente va a preguntar por ti, tu familia debe estar vuelta loca y... Daniela. –Cerró los ojos, mientras apretaba la mandíbula, su reacción con un toque de celos, no le gustaba para nada a María José. ¿No se suponía que era su mejor amigo? - Daniela debe estar peor.

María José: -Se le llenaron los ojos de lágrimas- En este estado soy un peligro para cualquiera. Te lo pregunto a ti, Liam ¿me vas a acompañar a Inglaterra?

...................

1 de febrero de 1711, Exeter, Inglaterra.

Las gotas caían poco a poco dentro del recipiente, su propósito no sólo era el frenar las gotas de lluvia que se metían entre las tablas, sino además acumularlas para su consumo. "Una, dos, tres..." llevaba así contándolas desde que se había puesto a llover hace dos días, cada vez que la vaciaban. Su cabeza le dolía tanto como su pecho, pero ahora que había despertado y la poca luz del día se infiltraba chocando con sus ojos, sabía que todo esto iba a tener un fin más pronto de lo que pudiese imaginar.

Sintió pasos a su lado, pero no se inquietaba, el aroma y esa presencia sólo podían ser de la mujer que había amado en esta vida. María José se sentó a su lado, allí en el suelo sobre el forraje que ya se encontraba húmedo. En otros tiempos el lugar había estado en buenas condiciones, pero ahora sin sus dueños y tras un incendio, apenas se sostenían sus paredes.

Con delicadeza la morena dejó su mano sobre la frente de la castaña, ni siquiera se molestó en decir que estaba con una fiebre alta, pues desde que habían salido de Plymouth que ese estado era normal en ella, con sus altos y bajos.

María José: Iré a buscar un poco de madera para hacer fuego, lo único que nos queda son dos pescados que pesqué ayer y algo de pan.

Daniela: No, no se agote tanto, por favor. –Asintiendo, María José se agachó, depositó un suave beso en sus labios, se abrazó a sí misma para soportar el frío y salió de allí.

Los ojos de Daniela se inundaron con las lágrimas que había estado reteniendo. ¿Cómo una mujer tan bella como María José, terminó en paupérrimas condiciones? Una mujer digna de beber vino de la mejor cosecha, de comer los más exquisitos manjares que la nobleza pudiera brindarle. ¿Cómo estaba con su ropa y zapatos húmedos, con las ojeras bajo sus ojos y el cabello despeinado? No podía arrepentirse de haberla amado, porque había sido la bendición y la luz en su tormento, sólo que viéndola en ese estado lamentaba ser parte del motivo que la tenía así.

Quería llorar con tantas fuerzas, pero sus pulmones ya casi no cumplían con sus funciones, el nudo en su garganta la estaba ahogando al igual que la pena. Quería pararse, sostener grandes trozos de madera, cortarlas con un hacha y encender el fuego para abrigarlas a ambas, quería sostenerse en ambos pies por sí misma, quería hacerle el amor hasta que ella gritara su nombre, quería tantas cosas que no podía cumplir ahora.

enamorar(te) | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora